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Actualizado: 7 de julio de 2025


-Todo va bien hasta agora -dijo don Quijote-. Pero dime: ¿qué joya fue la que te dio, al despedirte, por las nuevas que de le llevaste? Porque es usada y antigua costumbre entre los caballeros y damas andantes dar a los escuderos, doncellas o enanos que les llevan nuevas, de sus damas a ellos, a ellas de sus andantes, alguna rica joya en albricias, en agradecimiento de su recado.

No conozco seductores corcovados ni enanos decía, encogiéndose de hombros, las pocas veces que con sus amigos íntimos hablaba de estas cosas: solía ser después de cenar fuerte . ¿Se me habla de extravíos del gusto? Eso es lo excepcional. Pero nadie querrá ser en el amor lo que es el asafétida en los olores; y sin embargo, las damas romanas de la decadencia....

Con los cuchillos de tallar labran en la madera dura pueblos enteros, con la casa al fondo, y los barcos navegando en el río, y la gente a miles en los barcos, y árboles, y faroles, y puentes, y botes de pescadores, todo tan menudo como si lo hubieran hecho con la uña. La casa es como para enanos, y tan bien hecha que parece casa de juguete, toda hecha de piezas.

Los ojuelos negros de estos enanos, que, á semejanza de los ángeles menores, no tienen sino cabeza y alas, nos miran con picaresca malicia, y hasta parece que se ríen, los muy pillos, cuando el viento les hace dar cabezadas unos contra otros, agitándolos en toda la extensión de su inmensa falanje.

Encima de ese mundo de abajo, como para resguardarlo del sol, ondulando cual sauces y bejucos, ó balanceándose como palmeras, las majestuosas gorgonas de varios pies de alto, constituyen un bosque con los árboles enanos del isis.

Agregad á eso un lindo chal de listas azules atado al cuello en forma de corbata con el nudo atras, una rosa natural prendida del borde superior del corpiño, un espeso moño de hermosas trenzas ceñido por una ancha cinta negra en forma de corona, dos redes de seda negra en los brazos atadas con cintas arriba de los codos, bajando hasta los puños y dejando ver la redondez y la frescura de esos miembros, y en fin un par de botines calzando sencillamente dos piés enanos: agregad esos pormenores, digo, y tendreis completo el atavío de una paisana de Interlaken.

Tres enanos que vagaban sobre su vientre, explorando por última vez los bolsillos de su chaleco, cayeron de cabeza sobre la tupida hierba de la pradera y trotaron á continuación dando chillidos como ratones. Sin dejar de huir se llevaban las manos á diferentes partes de sus cuerpos magullados, mientras una carcajada general del público circulaba por los lindes de la selva.

El ferrocarril está construido sobre un piso artificial muy elevado que forma un inmenso puente sobre la ciudad, á fin de poder penetrar hasta el centro, sin interrumpir el tránsito de las calles; así es que, al pasar el viajero, ve debajo, en la profundidad, las casas apiñadas en interminables filas, y las gentes hormigueando por las calles como enanos ó liliputienses.

Al fin se puso de pie después de largas vacilaciones, y al recobrar su posición vertical, los árboles más altos quedaron á la altura de su pecho. Todo su busto sobrepasaba la centenaria vegetación, y la muchedumbre de enanos, casi invisible bajo el ramaje, saludó con un largo rugido la cabeza del gigante al surgir ésta por encima del bosque.

Fijándose en ellos, pudo ver que tenían la forma de árboles altísimos, contrastando su aspecto con su relativa pequeñez. Pero no creyó oportuno perder el tiempo en la contemplación de este fenómeno vegetal, y se limitó á pasar la cuerda en derredor de tres de los árboles enanos, dejando sujeto de este modo su bote para que no se alejase de la costa.

Palabra del Dia

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