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Actualizado: 8 de junio de 2025


Sin atender a Pablo que había tomado muy en serio la pregunta, y quería saber la especialidad del Romero, exclamó, dirigiéndose a Valentina: ¿Quieres callarte... zapalastrona? Estas palabras enérgicas fueron recibidas con una explosión de alegría por las costureras. No te enfades, Piscis, déjalas... ¿Has sacado a paseo el Romero?... Me alegro.

Un alegre cascabeleo dominaba los ruidos de la plaza y las voces enérgicas del postillón en traje de la huerta, que gritaba «¡arre! ¡arremanejando con rara maestría una docena de ramales. Las rocas, una tras otra, fueron desfilando por la plaza, produciendo cada una de ellas una verdadera revolución.

Siempre que he oído a una mujer hablar de las intrigas galantes, de los enredos y travesuras de las otras, he visto que de ella decían las otras mil veces más. Y en los labios de todo aquel de quien me han referido mil horrores por su conducta poco limpia en los empleos públicos, he oído también las diatribas más enérgicas acusando a los otros del mismo pecadillo.

De pie en el castillo de proa un hombre de alta estatura, facciones enérgicas, piel bronceada y vestido a la europea, examinaba atentamente la costa australiana con un poderoso anteojo. Podría tener unos cuarenta años, y parecía ser el comandante de aquella tripulación de chinos.

Merced a una quebradura del terreno, el ribazo donde estaba construido el reducto destacaba sobre el azul del cielo, y allí, por cima del parapeto de la obra de tierra, algunos soldados de los que subían vieron desde los primeros momentos de la acometida un hombre de elevada estatura y barba negra que, sable en mano, animaba a los suyos, yendo de un lado para otro, gesticulando y dando enérgicas voces, como si quisiera comunicarles su valor heroico.

Después de censurar con breves y enérgicas palabras la acción de todos, ordenó a Plácido que le siguiese, y le llevó a su celda. En balde he esperado, hijo mío, hacer de ti un dechado de santidad y de paciencia, para que con el tiempo llegases a ser mi sucesor en el gobierno de esta abadía. todo lo ocurrido y no me atrevo a culparte.

El gobernador comenzó a bufar de nuevo, amenazando entre enérgicas interjecciones hacer con mantillas y peinetas lo que Esquilache hizo con capas y sombreros. ¡Pero, hombre, no sea usted mentecato! volvió a decir el ministro con su risa de paleto . Eso tiene muy fácil remedio. ¿Cuál? Llame usted a Claudio Molinos.

El capitán, por el tubo acústico que descendía á las máquinas, gritó órdenes enérgicas para que desarrollasen toda la velocidad. Mientras tanto, el piloto, agarrado á la rueda, dispuesto á morir sin soltarla, dirigía el buque en zigzags para no ofrecer una puntería fija al submarino. Todos los tripulantes contemplaban desde las bordas el bastón lejano é insignificante del periscopio.

Tras el contramaestre aparecieron corriendo muchos marineros, anunciando que el agua inundaba el interior del barco y que los caballos estaban en inmediato peligro. Obedeciendo las órdenes enérgicas de Golvín, afianzaron velas sobre el boquete abierto en el costado, operación dificilísima en aquellas circunstancias y que una vez terminada impidió, aunque no totalmente, la entrada del agua.

Es una Virgen de la Concepción, de tamaño natural, pintada por el Spagnoletto, y, sin embargo, dulce, suave, tierna, ideal; rodeada de ángeles de rostro inocente, y anegada, por decirlo así, en la placidez de la divina gracia..... Más claro: es una Virgen de la Concepción que nadie hubiera creído pudiese pintar el austero y sombrío autor del Jacob, de los martirios de San Bartolomé y San Esteban, del Apostolado y de todas las demás enérgicas y terribles obras que constituyen la gloria especialísima de nuestro inmortal Rivera.

Palabra del Dia

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