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Actualizado: 8 de junio de 2025


La vida activa la llamaba con voces enérgicas y profundas. No obstante, tampoco la inspiraban deseo de imitarlas otras compañeras suyas, a quienes veía esconder furtivamente en el corpiño la cartita, o asomarse al balcón prontas, ruborizadas y ansiosas.

Su cara era curtida y con algunas cicatrices, mientras sus anchas y enérgicas quijadas demostraban fuerza de carácter y tenaz determinación. ¿Se ha enfermado su hija? le pregunté cuando la hube examinado bien. Hemos caminado mucho hoy, y creo que está rendida. Hace como media hora que sintió un desvanecimiento, y al sentarse perdió el conocimiento y quedó insensible.

De lo contrario, ¡por la cruz de Gestas!... Si no sabe hablar inglés sabe combatir mejor que muchos ingleses, que pasaban la vida atiborrándose de jugosa carne y buena cerveza mientras él daba y recibía mandobles bajo los muros de París! Tan enérgicas palabras, dichas por aquel nervudo mocetón, desalentaron á los gruñones, que desde aquel punto y hora hablaron menos y bebieron más.

Y que su ingenio era esencialmente dramático, se revela en el desarrollo de la acción, que, corriendo por estrecho cauce, se ve libre de episodios, que retarden su curso, y en las pinceladas enérgicas, con que distingue á los caracteres. Merece especial alabanza la sobriedad y moderación del autor, en nada semejante á la exageración y grosero colorido, que empezaba ya á dominar en el teatro.

Alta, metida en carnes, morena oscura, facciones correctas y enérgicas, ojos grandes, negrísimos, de mirar desdeñoso, imponente; gallarda figura realzada por un atavío lujoso y elegante que era el asombro y la envidia de las niñas de la población. No parecía indígena, sino dama trasportada de los salones aristocráticos de la corte.

Cumplió Nuño las órdenes, y pocos instantes después compareció el rapaz ante la hermosa dama, que le recibió, como juez severísimo, con imponente autoridad y compostura. Nuño y Leonor se retiraron a una señal de la dama. Esta quedó sentada en un sillón de brazos, como si fuera tribunal o trono. El rapaz estaba de pie enfrente de ella, con ademán muy respetuoso por cierto, pero en manera alguna temeroso ni turbado. Con enérgicas palabras la dama le echó en cara su fea conducta, le amonestó para que se corrigiese, y le exigió que pidiera perdón de su culpa.

Palabra del Dia

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