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Actualizado: 27 de junio de 2025


Regocijado interiormente por el clarísimo son de las campanas, Francisco se representaba con mayor fuerza en su imaginación a la señora Liénard sentada bajo el emparrado, con su vivacidad de gestos y su prestancia, con su amable sonrisa, con sus relucientes y oscuros ojos y con su gracia un poco silvestre.

Examinó severamente lo que se veía del castillo, el emparrado, un rincón del parque, alzó los ojos hasta las torrecillas y se volvió para contemplar las pequeñas ventanas del antiguo departamento de Domingo. Domingo llegó a la terraza: se reconocieron. ¡Ah, qué sorpresa, mi amigo tan querido! dijo Domingo avanzando hacia el visitante, las dos manos cordialmente abiertas.

El se imaginaba una viña en la costa, una vivienda blanca con emparrado, á cuya sombra fumaría su pipa, y toda la familia, hijos y nietos, extendiendo la cosecha de pasa sobre los cañizos. Le unía á Ferragut una admiración familiar, igual á la del antiguo escudero por su paladín, á la de un sargento viejo por un oficial de genio.

Evidentemente, el silencio no es de su gusto; pero está demasiado bien educada para romperlo. Sin embargo, se divierte sola en hacer a escondidas bolitas de pan para lanzarlas en medio de una banda de gorriones glotones que picotean alrededor del emparrado. Hay uno, sobre todo, un sucio granujilla, que con su destreza y rapidez vence a todos los demás.

Las plantas de jazmines parecen cubiertas de blanca espuma, las rosas primaverales abren sus cálices, y los botones de los tilos empiezan a abrirse. Gertrudis, sentada en el emparrado, ha dejado caer su labor sobre las rodillas y se abandona al ensueño. El perfume de las flores, el calor del sol le han turbado la cabeza; pero poco importa eso.

Salid. Después añadió con acento de desprecio. ¡Estrechar la mano á mis criados! tiene los gustos bajos de su padre. Esta conclusión la satisfizo, aunque no fuera justa, y Clementina volvió á entregarse á sus ocupaciones habituales. Á los tres días y á eso de las tres de la tarde, estaba Herminia trabajando bajo el emparrado, cuando la hizo estremecerse una campanada que sonó en la verja.

Mi corazón infantil palpitó y desde el corredor emparrado de mi casa os grité: Nolo, ¿vais á zurrar á los de Lorío? ¡Llévame contigo! Yo te vi sonreir, intrépido guerrero de Villoria. Alzaste la mano y me enviaste un gracioso saludo. En vez de cruzar la barca, subieron un poco río arriba y lo salvaron por un vado descalzándose previamente.

Y sintiendo en su interior la ciega bravura del mercader moro que sufre toda clase de ofensas, pero enloquece de furor cuando le tocan su propiedad, Barret entró corriendo en su barraca, agarró la vieja escopeta que tenía siempre cargada detrás de la puerta, y echándosela á la cara plantóse bajo el emparrado, dispuesto á meterle dos balas al primero de aquellos bandidos de la ley que pusiera el pie en sus campos.

Sonrióme la amada, la esquiva, la imposesa, la que vió nuestro idilio bajo el frescor amable de un emparrado lírico; la que encantó mi celda cuando escribí el elogio de tus labios divinos en unos versos tristes que sabían a lágrimas; la que besó tu frente en el blanco camino de la silente aldea, cuando ibas a jurarme la eternidad sublime de tu santo cariño.

Debajo del corredor emparrado de la casa del capitán se guarecen. Era ya cerca del amanecer. Al verse en su parroquia, tan próxima á su casa, se le dilata el pecho á Demetria y se le suelta la lengua. ¡Qué ajena estaría su madre de la sorpresa que iba á darle! ¡Cómo dormirían los pobrecitos de sus hermanos! Era necesario aguardar allí á que rayase el alba para no darles un susto.

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irrascible

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