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Actualizado: 14 de junio de 2025


Algunas de ellas ya no estaban allí. Sin embargo, la superiora salió y se presentó a los pocos instantes con cinco o seis hermanas, que saludaron a Gloria con sonrisa muy pronunciada, pero con poca efusión. Todas parecían confusas y avergonzadas. La sonrisa era tan persistente en su rostro, que llegaba a convertirse en mueca.

En sus momentos de efusión amistosa, que eran muy raros, me llamaba Maltranita, y eso que yo podía ser casi su padre, ó cuando menos un hermano muy mayor. Es cierto que los otros generales y ministros no eran, ordinariamente, de mayor edad. Cuando el viejo Carranza reunía los primeros funcionarios y héroes de la República, parecía un director de colegio pasando examen á sus discípulos.

Entonces abracémonos, tía mía, y que no se hable más del asunto. Á estas palabras, Herminia saltó de alegría, pero fué la única que manifestó satisfacción cordial. Había ya pasado la efusión del primer momento, y la señorita Guichard y Roussel tenían la frente cargada de nubes. Mauricio los miraba con inquietud.

Beatriz le dio las gracias con efusión, confesándole que en lo íntimo de su conciencia se alegraba de que Pierrepont supiera la verdad y que sería aún más dichosa si lo viese volver a la buena senda, asegurando a la vizcondesa que en cuanto a lo demás podía tener confianza en ella. «Hay le dijo con entera buena fe y no sin un poco de altivez pensamientos que nunca me asaltan... He sufrido mucho, y mucho me queda que sufrir todavía, pero aun cuando no tuviera principios tendría bastante orgullo, demasiado respeto a misma para ir a buscar el consuelo de mi perdido amor en una intriga galante.

Esta soltó una carcajada y la besó con efusión repetidas veces. Después, sin saber cómo, la risa se tornó en llanto: ocultó el rostro en el pecho de su prima y comenzó a sollozar perdidamente. Comprendí que aquellas lágrimas no eran de dolor, pero me apresuré a preguntarle: ¿Qué te pasa, Gloria? ¿Te sientes mal? Sin levantar la cabeza, me hizo seña con la mano de que me fuese.

El general Paz, deseoso de evitar la efusión de sangre, aunque estuviese seguro de agregar un nuevo laurel a los que ya ceñían sus sienes, mandó al mayor Paunero, oficial lleno de prudencia, energía y sagacidad, al encuentro de Quiroga, proponiéndole no sólo la paz, sino una alianza.

Pero ese pedazo de conversación que oímos al paso y en que suena nuestro nombre, esa carta anónima que nos felicita, ese lector entusiasta como este Bellver que estrecha rápidamente nuestra mano con efusión, con sinceridad, y luego se marcha... todo esto, ¡qué grato es y cómo compensa del trabajo rudo y las tristezas!

Un día, á la mitad del invierno, recibió de París una gran caja de flores preciosas: se las agradeció con efusión á mi padre, pero cuando hubo salido del cuarto, la vi alzar ligeramente los hombros, y dirigir al cielo una mirada de incurable desesperación. Durante mi infancia y primera juventud había tenido á mi padre mucho respeto, pero muy poco cariño.

En la primera batalla que dimos con los aldeanos portugueses, todos echaron a correr en cuanto nos vieron, y el General mandó a la caballería que se apoderara de un hato de carneros, lo cual se verificó sin efusión de sangre. No, no ha habido en el mundo batallas como ésas, Sr.

Pero con más frecuencia, cuando la noche, velada de negros cendales, avanza por su silencioso camino, yo repito con Job, en la efusión de mi dolor, esta profunda exclamación del alma desengañada: ¿Por qué la luz ha sido dada a un miserable y la vida a los que tienen la amargura en el corazón? 10 de octubre.

Palabra del Dia

irrascible

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