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Tónica se resistió a aceptar el paraguas de Juanito; no podía consentir que el joven se mojase por complacerla a ella; y en cuanto a ir los dos juntos bajo aquella cúpula de seda... sólo en pensarlo la producía rubor y hacía que echase su cuerpo atrás, como para huir de un peligro. Pero la expresión de angustioso ruego de Juanito pareció convencerla.

Atropellándose al hablar, de pura rabia y despecho, insistió en que nadie imaginaría que el marqués de Ulloa, un señorito que sólo pensaba en cazar, se echase a político; que, a pesar de la gran influencia de la casa y de ejercer su nombre bastante prestigio entre los paisanos, la aristocracia montañesa y los curas, la tentativa importaría un comino si no la hubiese tomado de su cuenta Barbacana y no le ayudase un poderoso cacique subalterno, que antes fluctuaba entre el partido de Barbacana y el de Trampeta, pero en esta ocasión se había decidido, y era el mismo mayordomo de los Pazos, hombre resuelto y sutil como un zorro, que disponía de numerosos votos seguros, pues muchísima gente le debía cuartos que tenía esquilmada la casa de Ulloa a cuyas expensas se enriquecía con disimulo y que este solemne bribón, al arrimo del gran encausador Barbacana, se alzaría con el distrito, si no se llevaba el asunto a rajatabla y sin contemplaciones.

Díselo a tu papá. Es que yo no me atrevo... Si te encargases... Está bien, hija, para han de ser todos los apuros.» Y armándome de valor me atreví a decírselo a éste. Crea usted que temblaba como una hoja, porque no sabía cómo lo iba a tomar; tenía miedo que me echase con viento fresco. Afortunadamente, estaba de buen humor aquel día, ¿verdad, querido?

Velázquez lo agradeció en el fondo del alma; pero un gran temor y embarazo le sobrecogieron inmediatamente. Hace un rato estuve en casa de Antonio... Quería darte la mano antes de que te fueses... Me dijeron que estabas en el baile, y sin saber cuál era fuí derecho á ese... ¡La querencia, hija mía!... Tenía la seguridad de conocerte en cuanto te echase la vista encima.

Puedes creerme que podría deberme durante mucho tiempo dos pesos y medio, antes no se lo echase en cara como en Wingdam lo hizo la otra noche aquel hombre. Melisa había tomado la mano del maestro entre las suyas, procurando mirarle a los ojos, pero el joven los mantuvo desviados con firmeza.

Después propuso a su compañera que echase el sahumerio, y ella lo hizo de buena gana, pues el humazo saneaba y aromatizaba la pobre habitación.

Tomóla don Quijote, y, sin que echase de ver lo que dentro venía, con toda priesa se la encajó en la cabeza; y, como los requesones se apretaron y exprimieron, comenzó a correr el suero por todo el rostro y barbas de don Quijote, de lo que recibió tal susto, que dijo a Sancho: ¿Qué será esto, Sancho, que parece que se me ablandan los cascos, o se me derriten los sesos, o que sudo de los pies a la cabeza?

24 Si Quemos tu dios te echase alguno, ¿no lo poseerías ? Así, poseeremos nosotros a todo aquel que echó el SE

No quedaba gente en Madrid y escaseaba el trabajo. Dos días sin enganchar el carro. Si esto seguía así, tendría que comerse con patatas a sus reverendos, a no ser que echase mano de sus aves de corral, que era el nombre que daba a la Loca y a sus hijuelos. Fue en Agosto cuando, a las once de la mañana, tuvo que bajar a la estación del Mediodía para cargar unos muebles. ¡Vaya una hora!

El Arcediano se quedó con el abanico abierto, inmóvil, como aspa de molino sin aire. Comprendió de repente que acababa de ser desbancado; de papel principal se convertía en partiquino. En efecto, su discurso, que escuchaban con deleite curas y damas, se ahogó sin que nadie lo echase de menos.