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Actualizado: 29 de julio de 2025


España se alzará contra ese absurdo sistema, y Fernando volverá á ser nuestro Rey amado. ¿Será posible? dijo Lázaro con desaliento; y entonces se hundió más. Tan posible, que no pasará mucho tiempo sin que lo veas. Ahora se va á conocer el temple de las almas. Todos esos charlatanes que te han llenado la cabeza de desatinos huirán avergonzados, yendo á esconder su ignominia en tierra extranjera.

¡Hombre! dice un mozalbete a otro chisgarabís de su estofa, pasando revista a las lápidas . Mira quién está aquí... La Carmencita... ¿No te acuerdas, chico?... La que fué querida de mi primo el banquero, y le costó un ojo de la cara... Muchacha muy caritativa... y bonita, eso , sólo que se pintaba las cejas y fruncía la boca para esconder un diente mellado. ¡Preciosa corona le han puesto a don Melquíades!

Los juegos con que se mataba el tiempo en aquella reunión al aire libre, eran poco variados: esconder un objeto para que uno de ellos lo hallase, mientras los demás cantaban, unas veces suave y otras fuerte, según se alejaba o aproximaba a él: adivinar quién era la persona cuyo retrato fuesen trazando de palabra los presentes: correr el florón por la cuerda.... Este juego del florón era el que más agradaba a Miguel: de él conservó toda su vida un recuerdo vivo y placentero.

Paróse un poco á reflexionar, y dándose un puñetazo en la frente, exclamó para : «Así se llamaba uno que estudió conmigo latín; aquel madrileñito que estaba de temporada en la villa, adonde había ido su padre á tomar aires.... Pero no es posible.... Aquel chiquillo tan enclenque y enfermizo que me sacaba los significados, no puede haber subido tan alto.... No, señor.... Y ahora que me acuerdo, no me envió los tirantes de goma que me ofreció para cuando llegara á Madrid, por haber cargado yo con la culpa de esconder las disciplinas del dómine, ni me pagó nunca dos reales y medio que le presté.... ¡Si fuera él!...»

Amaneció, y antes que él despertase yo me levanté y me fuí a una posada sin que me sintiese: torné a cerrar la puerta por defuera, y eché la llave por una gatera. Como he dicho, me fuí a un mesón a esconder y aguardar comodidad para ir a la corte. Déjele en el aposento una carta cerrada, que contenía mi ida y las causas, avisándole no me buscase, porque eternamente no lo había de ver.

«Ana decía que acaso estaba loca, pero que aquello no era nuevo en ella; que muchas veces le había sucedido en medio de espectáculos que nada tenían de religiosos, sentir poco a poco el influjo de una piedad consoladora, lágrimas de amor de Dios, esperanza infinita, caridad sin límites y una fe que era una evidencia.... Un día después de dar una peseta a un niño pobre para comprar un globo de goma, como otros que acababan de repartirse otros niños, había tenido que esconder el rostro para que no la viesen llorar; aquel llanto que era al principio muy amargo, después, por gracia de las ideas que habían ido surgiendo en su cerebro, había sido más dulce, y Dios había sido en su alma una voz potente, una mano que acariciaba las asperezas de dentro.... ¿Qué sabía ella?

¿Por qué? preguntéla con mucha curiosidad. Porque respondió al punto , con esconder de la vista de uno o cambiar de sitio las cosas que en vida usaron los muertos, paez que se los olvida más pronto... Créolo yo así.

La ropa blanca de Inesita estaba en la cómoda, y los vestidos y demás galas se conservaban en un cuartucho obscuro, inmediato a la alcoba, donde había perchas, y donde los cubrían algunas colchas viejas de indiana y de coco. Lo primero que hizo Inesita fue esconder la carta con el mayor disimulo entre la almohada de su cama y la funda.

Pues amémonos, amémonos, pero no como dos hermanos. Tus ojos, esos hermosos y brillantes ojos, húmedos por las amargas lágrimas de la orfandad, me dicen que me amas. En vano pretendes ocultarme que vives para ; es inútil que te empeñes en esconder así ese secreto de tu corazón. ¿No ves que a cada momento te traicionan tus miradas?

Vošotros šoys Sal de la tierra: y ši la šal še dešvaneciêre, cõÿ šerá šalada? no vale mas para nada; šino ÿ šea echada fuera, y šea hollada de los hõbres. Vošotros šoys Luz del mundo. la ciudad aššentada šobre el monte no še puede ešconder: Ni še enciende el candil, y še pone debaxo de un almud: mas en el candelero, y alumbra

Palabra del Dia

buque

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