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Actualizado: 19 de junio de 2025
La completa ociosidad es incomprensible. La mujer está obligada a cuidar de que no se desperdicie la hacienda de la casa, ya que no contribuya a acrecentarla, etc., etc. En fin, que la causa de los disgustos domésticos era esta irremediable holgazanería de la señora. D.ª Esperanza era muy diversa de su hija.
Ella misma admiraba su laboriosidad. ¿Quién podía haber supuesto años antes tales cualidades en la dueña del lujoso palacete de la Avenida del Bosque, que los más de los días se levantaba á las tres de la tarde?... Todo se lo debo á mamá. Me eduqué en un colegio de Inglaterra cuando era de moda sustituir el ejercicio físico de los sports con los trabajos domésticos.
Y la pobre María Estuardo, de riguroso incógnito, iba de gran hotel en gran hotel, ocupando un piso entero con su cortejo de domésticos rusos acostumbrados á los golpes, de adivinas y maestros en evocaciones, siendo la desesperación de los hoteleros, que la veían partir con gusto á pesar de que pagaba ella sola más que el resto de los huéspedes.
Explicábame las divisas de amor pintadas sobre las frágiles láminas de nácar, me introducía en los hogares domésticos japoneses mostrándome el modelo de su casa en Yeddo, una miniatura de laca, al que no faltaba un solo detalle, desde las cortinillas de seda de las ventanas hasta las grutas artificiales de rocalla del jardín, un jardinillo minúsculo adornado con plantas enanas de la flora indígena.
Esta gente mal pergeñada fué manifestando con sonrisas interminables la admiración que sentía ante la hermosa señora, y Elena acabó por reir también, nerviosamente, al recordar los domésticos que había dejado en París. Después de la cena, Robledo, que deseaba enterarse de la marcha de los trabajos, habló á solas con su consocio.
"¡Qué malos somos cuando tenemos miedo!", dice Anatole France; y en efecto, los mismos animales domésticos, asustados, pierden ipso facto su mansedumbre, y se tornan aún más peligrosos que en el estado salvaje.
La mayor amabilidad de su cuñada con él era un modo de expresárselo; el silencio de D.ª Carolina, la humildad de su esposa para responder a una y a otra, lo mismo. Un sentimiento insoportable de vergüenza iba apoderándose de él. Carlota también lo padecía. D.ª Carolina y Presentación dejaron poco a poco de llamarla a cónclave para resolver los asuntos domésticos.
Respecto a su apartamiento de los asuntos domésticos, poco pudo lograr Rosalía, pues aunque él se preciaba de dejar al cuidado de ella todas las cosas, no podía contener su anhelo de autoridad, de aquella autoridad tan bien ejercida durante largos años; y a cada momento se acordaba del buen uso que había hecho de sus funciones. Rosalía... ¿Qué quieres, hijito? ¿Qué principio has puesto hoy?
Como medida de precaución, acordose la partida, y mientras los convidados se despedían, llamaron a sus domésticos e hicieron ensillar sus caballos. »Entonces me encontré sola un momento con el terrible Eduardo, el eterno cazador, y me fue fácil conocer que brillaba menos en el salón que en la mesa.
»Yo repuso Teobaldo; yo, por el deber que tengo de velar sobre usted. »Y corrió a mi marido que, haciendo un supremo esfuerzo, había logrado llegar hasta el cordón de la campanilla, y tiró de él violentamente. Al oír este modo de llamar, todos los domésticos de la casa se precipitaron en la habitación. Carlos acababa de salir, pero ellos vieron al Conde tendido y bañado en su propia sangre.
Palabra del Dia
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