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Actualizado: 19 de junio de 2025


Vendrá la justicia, y se sabrá todo dijo , y os llevarán á la cárcel y... lo pasaréis mal... porque no sabéis de lo que se trata. ¿Pues de qué se trata? ¿Por qué nos han de llevar á la cárcel? dijeron á un mismo tiempo los dos domésticos. Por encubridores. Nosotros no encubrimos nada dijo Casilda. Yo no nada añadió Pedro.

Elena, animada por la facilidad con que podía apagarse y encenderse este fogón, quiso intervenir en los preparativos culinarios. Pero hubo de resignarse igualmente á reconocer la superioridad de la doméstica cobriza, riendo al fin de su ineptitud para los trabajos domésticos.

Sobre el carro amontonábanse, formando pirámide hasta más arriba de los varales, toda clase de objetos domésticos. Era la emigración de una familia entera.

Quiso conquistar la admiración de aquellos hombres por sus talentos domésticos, lo mismo que semanas antes pretendía distinguirse en los salones por otros méritos menos humildes.

Parecía malhumorado, pero al ver a su banderillero fingíase sonriente y animoso, como si no hiciesen mella en él los disgustos domésticos. Aqueyo está mal, Juaniyo. No güervo a tu casa aunque me yeven arrastrando. Tu mare me insulta como si fuese yo un gitano de Triana. Tu mujer yora y me mira, como si tuviese yo también la curpa de too. Hombre, otra vez haz el favor de no acordarte de .

Si, en cambio, no todas aquellas mujeres de bien se distinguen por una completa ó total limpieza subjetiva, cúlpese al Sr. D. Felipe II, que dictó cierta endiablada pragmática, prohibiendo á los moriscos y moriscas de Granada el pícaro uso de los baños domésticos. La Granadina, en general, recibe y hace muy pocas visitas.

Hallaba don Bernardo que su cara esposa reñía demasiado con los criados y a voces, que sus frases de cortesía eran siempre las mismas y pronunciadas en retahíla como una lección, que daba confianza a cualquier amiga y la iniciaba sin reparo en los asuntos domésticos, que no observaba, en fin, con las personas que frecuentaban la casa, aquella dignidad y reserva, aquel sosiego imponente propios de una perfecta señora.

Ella misma leía las oraciones en latín. Los domésticos griegos se asociaban devotamente a la plegaria común, a pesar del cisma que divide a los cristianos de Occidente. Mateo Mantoux se arrodillaba en un rincón, desde el cual podía ver sin ser visto, y desde allí trataba de leer en la cara de Germana los estragos del arsénico.

La necesidad de acudir a cada paso con expedientes a restañar las heridas del crédito, a conjurar la bancarrota, había convertido el espíritu de aquella loca al positivismo vulgar, y había atajado las demasías eróticas de su fantasía juvenil. Hacía muy buena casada, en opinión de las gentes; esto es, atendía con gran esmero y diligencia a la hacienda y a los quehaceres domésticos.

En la mano, que, en vez de emplearse en humildes y rudos trabajos domésticos, se diría que había estado conservada entre algodones, como delicada joven, tenía un pericón que manejaba con mucha gracia. El asombro que causó su entrada en la iglesia bien se puede decir que durante tres o cuatro minutos turbó el orden y la tranquilidad que allí reinaba.

Palabra del Dia

rigoleto

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