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Actualizado: 31 de mayo de 2025


«¿Sirven estos ramos de caracolesdijo la del guarda de consumos, mostrándolos en la puerta de su casa. Ya lo creo. Llévalos. Y , Rita, recógete esas melenas, mujer, que pareces una cómica. Es preciso que estéis todas muy decentes. La mujer del sereno se disponía a encender el farol de su marido y a ponerlo colgado del chuzo en la reja de la cocina.

El tío Leandro dio un profundo y amenazador chupetón al cigarro, y se disponía a disparar una de sus granadas formidables para reducir al silencio a aquel zángano, cuando no muy lejos de allí sonaron dos tiros. ¿Cómo? exclamó Reynoso levantando súbito la cabeza . ¿Un cazador furtivo? ¡Quiá! replicó un zagal . Es la señorita Clara. Bien tempranito pasó por aquí con los perros.

Lo que siguió fué más agradable, la mujer del domador, vestida con un traje de lentejuelas, entró en la jaula del león, jugó con él, le hizo saltar y ponerse de pie, y después Linda dió dos o tres volatines y vino con un monillo vestido de rojo a quien obligó a hacer ejercicios acrobáticos. El espectáculo concluía. La gente se disponía a salir. Martín vió que el domador le miraba.

El aviso además, que al Secretario de Estado dio Sankarachária por los medios mágicos de que disponía, y que dicho Secretario trasmitió a varios adeptos de los muchos que entonces tenían los mahatmas en el Tibet y en China, facilitó el largo y peligroso tránsito de Morsamor por todos aquellos países, inexplorados hasta entonces por los europeos.

Lo que siguió ya no pudieron verlo los del pajar. La partida se dirigió a la iglesia del lugar, entrando en ella con muestras de piadoso recogimiento. El jefe penetró por otra puerta en la sacristía, habló con el cura, que se disponía a decir la misa que habían de escuchar las pocas y madrugadoras mujeres que iban llegando, y con palabras corteses le rogó que le dejara oficiar en lugar suyo.

Bajó el joven en seguida, y al verle entrar el padre de Magdalena se adelantó hacia él con los brazos abiertos, exclamando: ¡Gracias, hijo mío! Ya confiaba yo en ti y sabía que no me equivocaba al contar con tu valor. Amaury respondió a esta lisonja con un triste movimiento de cabeza, y sonriéndose con amargura se disponía a replicar cuando entró Antonia, llamada también por su tío.

Si las causas indicadas abrieron á la poesía vasto y no hollado campo; si, además, era de presumir, que en esa época de opresión la fantasía había de emprender su vuelo, también es cierto que cabalmente esta época disponía de muchos elementos favorables al desarrollo de la poesía.

Aun está en la habitación del señor duque. Semíramis salió y la señora de La Tour de Embleuse se dirigió a la habitación de su marido. Cuando se disponía a abrir la puerta, oyó la voz del duque, clara, alegre y vibrante como un clarín. ¡Cincuenta mil francos de renta! decía el viejo . ¡Ya sabía yo que volvería la fortuna! El doctor Carlos Le Bris era uno de los hombres más apreciados de París.

Un reportero, mientras llegaban sus demás colegas, disponía ante él las cuartillas y examinaba muy contento la sala. El presidente del tribunal, un hombre grueso, de rostro vulgar y bigotes blancos, pasaba revista presuroso y con voz monótona, a los testigos. ¡Efimov! ¿Cuál es el patronímico de usted? Efim Petrovich. ¿Quiere usted prestar juramento? .

Así andaban las cosas, cuando la noche del 26 de Marzo de 1642, don Juan de la Cruz se disponía á hacer la acostumbrada ronda por las dependencias de la cárcel para cerciorarse de la seguridad en que quedaban los detenidos.

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