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Actualizado: 29 de julio de 2025


¡Qué día! exclamó melancólicamente Fernández, disimulando el legítimo orgullo que el recuerdo de sus proezas le causaba . A eso de las ocho de la mañana vi salir de la oficina al capitán D. Luis Daoiz.

Se puso el mantón, y antes de salir, fué al patio interior a recomendar a las muchachas mucho silencio, no molestaran al niño y cuidaran la casa; ella iba y volvía. El niño ya encerróse dijo la genovesa con una sonrisa imbécil. Bueno, mujer; usted a su cocina y Pampa que quite la mesa. Salió con paso ligero, disimulando bajo el pañuelo de merino la caja y la imagen de plata.

Después de oírla en un largo silencio, Laura, disimulando lo trémulo de su voz, respondió pausadamente: Sólo buenas condiciones le conozco a Vázquez... Pienso que serás feliz con él, si le quieres... Lo que me temo, y estoy en el deber de no ocultártelo, es que no le quieras suficientemente... No debes casarte sino enamorada, ¡completamente enamorada!... Todavía eres demasiado niña e impresionable.

»Su espíritu se rebelaba contra la muerte, disimulando el fuerte dolor de un cuerpo mutilado, cuyas postreras palpitaciones se extinguían de segundo en segundo. Tratamos de bajarle a la cámara; pero no fue posible arrancarle del alcázar. Al fin, cediendo a nuestros ruegos, comprendió que era preciso abandonar el mando.

El idilio se acentuaba cada día, hasta el punto de que la madre de Barbarita, disimulando su satisfacción, decía a esta: «Pero, hija, vais a dejar tamañitos a los Amantes de Teruel». Los esposos salían a paseo juntos todas las tardes. Jamás se ha visto a D. Baldomero II en un teatro sin tener al lado a su mujer. Cada día, cada mes y cada año, eran más tórtolos, y se querían y estimaban más.

Cada vez que leía en los periódicos sus hazañas en el mar del Norte, una oleada de indignación pasaba por su conciencia de hombre simple, franco y recto. Atacaban traidoramente escondidos en el agua, disimulando su ojo asesino y largo, semejante á las antenas visuales de los monstruos de la profundidad.

Puedo hacerte que llores de alegría, y que me abraces como una loca, Margarita dijo el rey. ¿De veras? preguntó disimulando mal su ansiedad la reina, porque en las palabras y el aspecto del rey conoció que podía prometerse algo satisfactorio. Tan de veras, como que te traigo una medicina que pondrá buena de repente á tu amiga doña Clara, que creo que anda enferma.

Dile cuenta de mis determinaciones; y con tanto, al otro día, él se fue a Segovia harto triste, y yo me quedé en la casa disimulando mi desventura. Quemé la carta porque, perdiéndoseme acaso, no la leyese alguien, y comencé a disponer mi partida para Segovia, con fin de cobrar mi hacienda y conocer mis parientes para huir de ellos.

En su trastorno no sabía qué manifestaciones serían más convenientes, y así dejó a su rostro que expresara lo que quisiera. Veo que te has puesto muy seria y como enojada le dijo el héroe . ¿No te gusta mi proyecto? Es, que... balbució Sola, no disimulando el gran temor, que de improviso llenó su alma . Es que... podría suceder.... Y ¿quién me asegura?... ¿Qué podría suceder, tonta?

¡Tía mía! ¡Cuidado! gritó Herminia desesperada. ¿Me amenazas?, dijo la señorita Guichard, no disimulando ya. ¡ debes tener cuidado! Desde este momento no tengo confianza en ti. que tengo una enemiga en mi casa; no encontrarás, pues, extraordinario que tome mis precauciones. Permanecerás hoy en tu cuarto y mañana nos marcharemos al extranjero.

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