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Actualizado: 25 de julio de 2025
Su semblante, que hasta allí había ido sombrío, pálido, contraído, se dilató; su boca estereotipó su maliciosa é insolente sonrisa de bufón, sus ojos bizcos empezaron á moverse y á lanzar miradas picarescas, y su andar, sus ademanés, todo se trocó. Sacó del bolsillo un cinturón de cascabeles y se le ciñó. Luego atravesó dando cabriolas las galerías de palacio.
Cuando usted la conoció, cuando comprendí que ella comenzaba a amarle, mi pecho se dilató de gozo. Ver que su decantada eternidad de sentimientos flaqueaba; prever que iba a caer como caen todas; poder decirla: ¿Ya ves? ¿Dónde están tus leyes morales? ¡Tú también haces como las demás, lo que te place! era algo que me colmaba de júbilo...
Cuando los ojos se fueron acostumbrando, observamos allá en el fondo, brotando de la peña, un raudal enorme, verdadero río, que caía en un estanque cerrado toscamente por piedras. El sitio era el más grato que pudiera hallarse en tal instante. La frescura singular que se sentía dilató nuestros pechos, harto oprimidos, y nos hizo prorrumpir en exclamaciones de bienestar. Nadie quería salir de allí.
Y cuando al oír un ligero silbido de mis labios, ambos acudieron desde lejos dando brincos y vinieron a rozar suavemente mi cuello con sus hocicos, esperando una caricia, mi corazón se dilató: me sentía orgullosa de que hubiera en la tierra criaturas, aunque privadas de razón, que se inclinaban ante mi poder y me eran sumisas por afecto, y alcé hacia Roberto una mirada triunfante: ahora él debía saber quién era yo y qué pretendía.
El humilde Francisco de Asís sube al cielo, y, si hemos de dar fe a la revelación que tuvieron sus hijos espirituales, fue a sentarse en el esplendoroso y elevadísimo trono que dejó allí vacante Lucifer después de su rebeldía. Y no dilato más mi razonamiento. Básteme concluir aconsejándote que no hagas el menor caso de que te hagan o de que no te hagan caso.
En cuanto se viese colocada en la jerarquía á que era merecedora, no temiendo ya ser herida en su orgullo, perdería aquel humor melancólico é irascible que desde algún tiempo la venía dominando. Y en cuanto se ofreció una ocasión para hablar de ello, se lo propuso abiertamente en términos halagüeños y con alegre semblante. Contra lo que esperaba, el de Soledad no se dilató al oir la noticia.
Ahora es de saber que la religion de los padres de la Compañía para ensancharse en sus principios, fué de muchas partes procurada, y en particular para la educacion de los niños, de que no hay ciudad en el reino de que no tenga necesidad; y con esto en pocos años, favorecida de muchos príncipes, se estendió y dilató mas que otra en muchos.
Pero al ver que él sonreía, acariciándola con los ojos, estrechando su mano con tierna efusión, el rostro de la alemana se dilató, cual si la savia de su cuerpo se descongelase con el ardor de una nueva juventud. Impulsada por esta alegría, quiso exteriorizar audazmente su agradecimiento. Estaban medio ocultos por el cilindro de una boca de ventilación.
Justamente éste acababa de recitar el conjuro que le había enseñado María-Manuela. Al oir el golpe de la puerta, no imaginando que fuese la suya, sino la del vecino, tomólo por feliz agüero que venía á coronar la escena amorosa que acababa de pasar. Una sonrisa de beatitud dilató su rostro y quedó plácidamente dormido.
No, no es posible; Jaramillo tiene un talismán; Jaramillo no puede morir.... Instintivamente fué hacia el lugar donde el nadador había dejado sus ropas. Una sonrisa de certidumbre, de confianza recobrada, dilató su rostro. ¡Bien decía yo!... Sobre las ropas estaba la bolsita, el irresistible payé.
Palabra del Dia
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