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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Don José se devanaba los sesos, sin lograr explicarse aquella trasformación ni acertar cómo pudo Tirso trocar tan pronto en beata a la que nunca fue devota, siendo lo peor del caso que no le dio la piedad por el amor al prójimo, ni por arreciar en el cuidado de su casa, sino que miraba el hogar y la familia como objetos inferiores.

Muchos la consideraban arruinada después de sus prodigalidades en la última guerra civil, pero, Jaime conocía la verdadera fortuna de la devota señora. Su vida era simple como la de una payesa; le quedaban en la isla extensos predios, y todas sus economías las invertía en regalos a iglesias y conventos o en donativos al tesoro de San Pedro.

Dirigir todo su amor al que no engaña, ni es falso, ni desleal: á Dios.... Esta es la mayor de las felicidades. Hable usted bajo dijo la devota. Y luego continuó él, estar libre de odios, de rencores, de desengaños.... Más bajo indicó la dama, y su voz parecía un suspiro.

Veíase envuelta, como nunca lo había estado, en una ola de pasión devota y exaltada que la cariciaba dulcemente. El papel de diosa la seducía. Gustaba de mostrarse unas veces amable y tierna, otras terrible, haciendo pasar a su adorador por todas las pruebas posibles a fin de cerciorarse bien, decía ella, de que era suyo, enteramente suyo.

Era propiedad de una vieja devota que, por legar toda su fortuna á la Iglesia, se negaba á vender el edificio á Sánchez Morueta, dándose la satisfacción de tener por inquilino á uno de los primeros ricos de Bilbao.

La devota no había hablado palabra: continuaba como distraída y ajena á todo aquello. Cuando sintió las manos de la que había sido, aunque por poco tiempo, su compañera y amiga, volvió hacia ella la cara cubierta de palidez, y expresando cierta atonía, la miró, y con voz tenue y como indiferente, dijo: "¿Yo?" Calló en seguida.

En esto entró la devota. Elías andaba por allí cerca. ¡Qué dirán si llevamos con nosotras á ese joven!... continuó Paz. ¿A ese joven? ... repitió Paulita. : ¿qué dirán? ¡Jesús! exclamó Salomé. Nada dirán manifestó la devota, mirando para otro lado. Es un servidor, un caballero que nos acompaña. Y, sobre todo, el mal está en las intenciones, no en las apariencias. ¿Qué pueden decir?

A buena parte iba la correveidile de Glocester». Fortunato ya había dado palabra de honor de ir a la solemne sesión de La Libre Hermandad. Esto y el ver allí a la de Páez, su más fiel devota, agravó el mal humor del Vicario. Le costó trabajo estar fino y cortés y lo consiguió gracias a la costumbre de dominarse y disimular.

Yo que se corregirá continuó la devota. ¡No se ha de corregir! Grandes pecadoras ha sido santas. Animo, amiga mía. Con la vista fija en Dios, ¿qué se puede temer? Yo cómo se curan los males del espíritu, y mi amiga Clara aparece ya bajo la benéfica influencia de una reacción feliz. Perdonémosla también; yo respondo de que se corregirá.

Y levantando con repugnancia la cabeza veía que en aquellos alredederes no había más ser humano que aquel hombre que todos consideraban un santo. Otras veces creía tener á su lado á una hermana en la culpa, y al levantar los ojos tropezaba con la forma de una devota y áspera matrona, cuyo corazón, según la creencia pública, había sido un pedazo de hielo durante toda su vida.

Palabra del Dia

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