Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 16 de mayo de 2025
En esta devota señora pensó Castro para que le secundase en su empresa. Era grande el prestigio que tenía en la sociedad aristocrática: mayor aún entre los que estaban agregados a ella por razón del dinero, como Calderón. El palacio de Alcudia era una fábrica sombría levantada a principios del siglo pasado.
Elías no la dejó concluir. Arrebatado de entusiasmo, alzó los brazos y gritó: ¡Lázaro, Lázaro! Antes que Lázaro llegara, el realista se lanzó fuera, y le trajo ó, más bien, le arrastró. Arrodíllate ahí le dijo con voz fuerte, presentándolo ante la devota. Arrodíllate delante de esa santa. Ha dicho que tienes buen corazón.
Indudablemente estas confesiones de la devota son, como habrá el lector comprendido, bastante obscuras, y no dan todavía ninguna luz acerca de la crisis que indudablemente agitaba aquel purísimo y perfecto espíritu. Lo cierto es que una gran transformación se verificaba en su carácter.
La familia de la duquesa, como algunas de la grandeza, era sumamente devota; y en este espíritu había sido educada Leonor. Su reserva y su austeridad la alejaban de los placeres y ruidos del mundo, a los cuales, por otra parte, no tenía la menor inclinación. Leía poco y jamás tomó en sus manos una novela. Ignoraba enteramente los efectos dramáticos de las grandes pasiones.
Ella, con la rápida percepción de su claro entendimiento, comprendió al punto todo lo grave del compromiso, y una idea horrible, la del sacrilegio, cruzó por su mente cual un pájaro siniestro... Mas se detuvo asustada ante ella, porque aun la mala mujer española es rara vez impía; allá, en el fondo de su corazón, cree siempre y teme, y menos aterra el sacrilegio a la falsa devota que a la francamente escandalosa.
Si no temiera asustar á su prima, que estaba enferma, á Salomé le hubiera dado un cuarto conato de vahído. Pero se contentó con mirar á la devota con ojos muy aterrados.
Cuando la devota abrió la puerta y vió á Lázaro, su sorpresa y su turbación fueron tales, que permaneció buen rato sin decirle palabra, mirándole bien, como si creyera que aquella imagen era el efecto de una visión. ¡Ah! exclamó, cerrando la puerta, una vez que Lázaro estaba dentro. Yo creí que no le vería á usted más. Sintió el joven un alivio cuando supo que las dos arpías estaban fuera.
Pues ¿por ventura es más reverenciada, más adorada la imagen que sale por las calles y plazas, aun cuando sea en muy devota procesión, y doblando todos a su paso la rodilla, que la divinidad misma, oculta siempre en el fondo del santuario, por temor de que la profane el vulgo con sus miradas, y hasta cuyo nombre es incomunicable y desconocido a cuantos no están iniciados en sus misterios?
Pues el efecto producido en las tres damas por la respuesta de Clara fué enteramente igual al que producen los apostrofes de un predicador endemoniado en el tímido y dueñuesco auditorio de un novenario. ¡Qué horror! exclamó Paz juntando las manos. ¡Jesús! ¡Jesús! dijo Salomé tapándose los oídos. Et ne nos inducas profirió la devota alzando los ojos al cielo. Hubo un momento de confusión.
¡Pobre señora!... No hablemos de ella. Pero habló para lamentar sus prodigalidades de devota. Había dedicado millones á la construcción en España de un hospital enorme por consejo de su capellán aragonés, el astrónomo de los Campos Elíseos.
Palabra del Dia
Otros Mirando