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Actualizado: 16 de mayo de 2025


El hombre que ama á un hombre, y aborrece á otro, será el mismo yo que se ama y se aborrece á mismo; las apariencias indicarán diversidad, y oposicion; pero en el fondo no habrá mas que unidad, identidad. ¿Quien es capaz de devorar semejantes absurdos? La ciencia debe ser cierta; y no puede haber certeza absoluta, si no hay identidad del ser que conoce con la cosa conocida.

Todos querían devorar a la vez, pero el doctor Lorquin, a pesar del hambre canina que sentía, tuvo la buena ocurrencia de advertir a Marcos que no les hiciera caso, porque la menor congestión sería para ellos mortal. Por lo cual no recibió cada uno mas que un pedazo de pan, un huevo y un vaso de vino, lo que les reanimó extraordinariamente.

Unos acababan de devorar las sopas, con las que engañaban su hambre; otros, tendidos, regoldaban satisfechos, creyendo en una digestión que no añadía nada al quebrantado vigor de su vida; todos aparecían embrutecidos, repugnantes, sin voluntad para salir de su estado; creyendo confusamente en el milagro como única esperanza, o pensando en una limosna cristiana que le permitiese un minuto de descanso en su desesperado rodar por la cuesta de la miseria. ¡Cuánto tiempo no había de transcurrir hasta que aquella pobre gente abriese los ojos y aprendiera el camino! ¡Quién podría despertarla, infundiéndola la fe de aquel pobre mozo que caminaba a tientas, con los ojos fijos en una estrella lejana que él solo veía!...

Al frente, hácia el poniente, se extiende el Atlántico, brillante, agitado, mugiente, inmenso y lleno de majestad y misterio...el mar con toda su fascinación, con sus reflejos inasibles, con su movilidad eterna, y sacudiendo su lomo de escamas luminosas, como un dragon enfurecido por la resistencia de las rocas que quisiera devorar ó pulverizar.

Es verdad que los afortunados arruinaban a los infelices, pero ¡qué remedio...! Había que amoldarse a las exigencias del mundo, tomar parte en la «lucha por la existencia»; la sociedad estaba constituida así. Para que vivan unos hay que devorar a otros.

Y entonces, se había sentido devorar por la necesidad imperiosa de besar esa mano dolorida, de besarla devotamente en el dorso, de besarla con avidez en la palma; se había sentido devorado por el deseo de sentir el contacto de esa mano milagrosa en su cálida frente. ¿No era tan caritativa y bondadosa aquella mano? ¿No la había visto él un día curar cariñosamente a un herido, a un pobre loco, de cuya insania moral todos reían y ella sola se compadecía?

Vestíos de humildad de ánimo, porque Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. 6 Humillaos pues debajo de la poderosa mano de Dios, para que él os ensalce cuando fuere tiempo, 7 echando toda vuestra solicitud en él; porque él tiene cuidado de vosotros. 8 Sed templados, y velad; porque vuestro adversario el diablo, cual león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;

Cobo Ramírez abandonó por un rato a Esperancita dejándola en poder de su rival, para sentarse en un rincón delante de una mesita volante y devorar algunos trozos de boeuf d'Hambourg y jamón.

Después, mientras el padre y los pequeños jugaban a la lotería, encerrose ella en el Camón, y allí, sentada, cruzados los brazos, la barba sobre el pecho, se entregó a las meditaciones que querían devorar su entendimiento como la llama devora la arista seca.

Los del Camarote, como hombres que habían tenido que devorar durante muchos meses los insultos del Faro, se desahogaban con verdadera fruición. ¡Santo Cristo de Rodillero, qué cúmulo de insolencias y procacidades! Desde el principio hasta el fin estaba consagrado a escarnecer, a herir y ridiculizar a los socios del Saloncillo.

Palabra del Dia

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