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Actualizado: 14 de junio de 2025


Pero no es esto todo... Las pasiones, atributos de la tierra y del cielo, y de las cuales ningun poder, ningun ser esta esento, desde el gusano hasta las sustancias celestes, las pasiones han devorado y han hecho de el un objeto tan miserable, que yo, que no puedo esperimentar la piedad, perdono a los que la sienten en su favor.

Carlota sorprendió en estas conversaciones más de una mirada burlona entre su mamá y hermana; pero había devorado la vergüenza sin decírselo a Mario. Era tan inocente, tan bondadoso, aquel muchacho, que daba pena hacerle sentir las espinas de la vida. Como esposa fiel y generosa las guardaba todas para . Pero el poco dinero con que Mario se había quedado para sus gastos feneció muy pronto.

Allí se descubrió, sin que el gitano correspondiera a su atención, y entonces los ayudantes del verdugo arrojaron su cuerpo al muladar, donde fue devorado por los perros. ¡La venganza! placer de los hombres.

Inmediatamente busca á Doña Leonor; la cuenta con indiferencia el triste suceso, como si no pudiera interesar en lo más mínimo á la desdichada, y, al terminar su narración, le hunde un puñal en el pecho. Después incendia su casa; y, cuando el cadáver de su esposa es devorado completamente por las llamas, refiere á sus amigos que no ha podido salvarla del incendio, á pesar de todos sus esfuerzos.

Entonces se le presentó un pastor viejo, con su hopalanda y su capucha, y le descubrió un sitio por donde podría vadear el río sin dificultad: «Seguid la orilla le dijo , aguas abajo, y donde veáis la cabeza de una vaca, que han devorado los lobos, allí está el vadoDe resultas de este aviso se ganó aquella memorable batalla.

No obstante, hacía ya mucho tiempo que María no tomaba una novela en las manos. El recuerdo de esa época en que tantas había devorado, produjo leve turbación en su fisonomía e hizo nacer en su tersa frente una arruga ancha y profunda. Las ráfagas de viento cargadas de lluvia batieron durante largo rato los cristales hasta que enteramente los lavaron.

En efecto, el salvaje había ya devorado el zapatos que el Capitán le había arrojado; pero no parecía satisfecho. Al ver el montón de moluscos, y animado por el primer regalo, se arrojó encima, arramblando con todas las olutarias que pudo; pero Van-Horn, que no lo perdía de vista, lo agarró por una pierna y tiró de él, diciéndole: ¡Quieto, monazo! ¡Suelta eso o te estrangulo!

Por otra parte, ¿qué ha de ser esta poesía que reconcentra sus ecos en un joven devorado por el deseo de actividad?

La fe del Padre Ambrosio había sido como llama voraz que había incendiado su alma haciéndola de luz y de fuego. El entusiasmo le poseía, pero hasta entonces la envidia, nacida a par del entusiasmo, le había desgarrado el pecho y le había devorado las entrañas.

El queso había sido ya devorado y tenía la boca seca; sacó del bolsillo de su gabán raído una botella tapada con cuidado, y bebió. Luego atacó las naranjas, navaja en mano. Una vez concluída la cena, plegó la servilleta, digo, el periódico y atravesó a la acera de la Bolsa, en busca de colillas de cigarro.

Palabra del Dia

lanterna

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