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Actualizado: 14 de junio de 2025
¡A Alejandría! ¿qué te parecería, mi querido niño, si te sentasen sobre la flecha aguda de un minarete que se lanza hacia las nubes? ¡flecha, por otra parte, brillante y dorada! ¿y si se te dejase en esa incómoda posición hasta que los cuervos hubiesen devorado las pupilas de tus grandes ojos negros?
Al poco rato el calor ecuatorial había devorado hasta la más recóndita mancha de humedad. Cuando aún se deslizaban en las canales algunas gotas retrasadas, las tablas de las cubiertas, ardientes por el sol, crujían de nuevo bajo los pasos. Un cuarto de hora después del tempestuoso chaparrón no quedaban vestigios de él.
El no la amaba y se casaba sólo por necesidad: había devorado hasta el último céntimo de su patrimonio, y hacía dos o tres años que se sostenía en el mundo a fuerza de intrigas, acribillado de deudas. Gertrudis Lannilis sabía todo esto y no se hacía al respecto ninguna ilusión; pero pensaba: «Lo amaré tanto, que concluirá por amarme.» De ahí nacieron todas sus desdichas.
Y tomando el sombrero y sin despedirse de nadie, se fue a escape a su casa devorado por la impaciencia, y rompiendo el sobre con mano temblorosa, leyó la carta que sigue: «Mi queridísimo Ricardo: Hace ya tiempo que deseo comunicarte un pensamiento que me preocupa, sin atreverme a ello.
No lo conseguí de pronto, porque era mucha tempestad para calmarla en un solo conjuro; pero a los dos o tres que la hice, no quedaron de ella más que la hinchazón de los ojos y algún que otro suspiro mal devorado en el pecho.
Hornero, las «Mil y una noches», han transmitido buen número de esas tradiciones horrorosas, los escollos y las tempestades, las calmas no menos peligrosas en que el navegante muere devorado de sed en medio del líquido elemento, los comedores de carne humana, los monstruos, el leviatán, el kraken y la gran serpiente de los mares, etc.
El amor platónico es la falsa resignación de los que no pueden besarse. Cuando una mujer y un hombre se han devorado a caricias, ya no hay platonismo posible. ¿Volver a las andadas? ¿Para qué? ¿Para cansarse al cabo de un par de meses, sentir el mismo hastío de la vez primera, y portarse de nuevo como un charrán?
Los pueblos en su infancia son unos niños que nada preven, y es preciso que los hombres de alta previsión y de alta comprensión les sirvan de padre. El vandalaje nos ha devorado, en efecto, y es bien triste gloria el vaticinarlo en una proclama y no hacer el menor esfuerzo por estorbarle.
10 Y tomé el librito de la mano del ángel, y lo devoré; y era dulce en mi boca como la miel; y cuando lo hube devorado, fue amargo mi vientre. 1 Y me fue dada una caña semejante a una vara, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él.
Estará ya de punta y me recibirá. Aguárdame en tu casa, y allá acudiré á referirte mi entrevista. En casa aguardaré á V. Apresúrese, padre, porque estoy devorado por la impaciencia. Dicho esto, el fraile y D. Fadrique se levantaron y salieron juntos de la celda á la calle, por la cual caminaron en silencio, hasta que el uno entró en casa de su hermano y el otro en casa de Doña Blanca Roldán.
Palabra del Dia
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