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Actualizado: 26 de julio de 2025
Había vestido un maniquí con frac y tricornio para espantarlos; pero estos desvergonzados volátiles se posaron á su lado sin temor alguno, comieron tranquilamente la semilla y llevaron su osadía hasta picotear el tricornio del maniquí. Tal desprecio había llegado á lo más vivo á D. Félix.
Malas noticias me traes, Florela, dijo doña Guiomar; en tu semblante las leo: habla, no tardes; ¿qué desdicha tan grande me sucede, que así, por la mucha lealtad que me tienes, te ha puesto? Echáralos yo a palos de lacayos, si señora y no criada fuese, a esos desvergonzados, ingratos y mal nacidos; y poco castigo sería, que su bajeza y su atrevimiento bien merecen la muerte.
Creían que el Naturalismo substituía el Diccionario usual por otro formado con la recopilación prolija de cuanto dicen en sus momentos de furor los carreteros y verduleras, los chulos y golfos más desvergonzados. Las personas crédulas y sencillas no ganan para sustos en los días en que se hizo moda hablar de aquel sistema, como de una rara novedad y de un peligro para el arte.
«Suéltalo» le dijo prontamente Pecado con voz y gesto de prudencia. El Majito soltó la piedra refunfuñando feroces amenazas de asesinato. Volviéndose a los desvergonzados comerciantes, Pecado les dijo con imperioso ademán, en que había tanta energía como orgullo: «Dirvos. No nos da la gana. Dirvos, digo.... y venga mi sombrero. Miale, miale... ¿Te quieres callar? El sombrero es mío».
No se le sentía cuando profería suavemente alguna frase galante que conmovía y ruborizaba a las doncellitas o hacía soltar alegres carcajadas a las matronas. Placíanle, sobre todo, los apartes, las conferencias íntimas. A pesar de los años, sus ojos, a la vez desvergonzados y respetuosos, dulces y chispeantes, fascinaban a las damas.
Es el funcionario inamovible encargado de advertir á los gorriones que el trigo no se ha sembrado para ellos. ¡Ah! los gorriones, lo más canalla de la creación, la casta de pillos y rateros más desvergonzados que hay sobre la tierra.
Era sino del pintor despertarla fácilmente; pero como hombre bien educado y cauto sabía restañar prontamente las heridas. Por lo que a mí me sucede. Yo cuando quiero mucho a una mujer desearía estrujarla. Rosa no pudo menos de reír. Está visto, Marcela, que te complaces en recibir en tu casa a los hombres más desvergonzados de Madrid.
Bajó la escalera precipitadamente, montó en el coche y se dejó caer en un rincón. Pero allí su agitación fue en aumento, tenía toda la sangre acumulada en las mejillas; latían sus sienes, temblaban sus manos, sonaban en sus oídos aquellos requiebros delicados en la superficie, en el fondo desvergonzados. Lentamente se despojó del guante de la mano izquierda que acababa de ponerse.
En cosas de malicia era de una pureza excepcional: no aprendía ningún dicho ni acto feo de los que saben á su edad los retoños desvergonzados de la presente generación. Su inocencia y celestial donosura casi nos permitían conocer á los ángeles como si los hubiéramos tratado, y su reflexión rayaba en lo maravilloso.
Tú y yo no hemos mamado la misma leche ni hemos tenido los mismos principios. Por eso no nos entendemos. Si algún resentimiento tienes conmigo, como yo jamás te he tenido miedo ninguno, podemos resolverlo cuando quieras. Mira, aquí traigo este juguete para castigar a los desvergonzados. Al mismo tiempo sacó del bolsillo una llave inglesa y la puso sobre la mesa.
Palabra del Dia
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