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Actualizado: 9 de julio de 2025


Pardiez, yo no me pienso moler por quitar las barbas a nadie: cada cual se rape como más le viniere a cuento, que yo no pienso acompañar a mi señor en tan largo viaje. Cuanto más, que yo no debo de hacer al caso para el rapamiento destas barbas como lo soy para el desencanto de mi señora Dulcinea.

Le he contado nuestro pique con la Bonnetable y mi desencanto a propósito de las solteronas desde que las estudio al natural.

Llegó resbalando sin violencias por la voluptuosa pendiente que lleva del placer al vicio, del vicio a la aberración, de la aberración al tedio, al desencanto, al espantoso vacío del corazón que produce vértigos en la cabeza y despeña al hombre en todas las locuras y en todas las infamias, en busca de placeres nuevos que despierten su sensualismo embotado, de impresiones desconocidas que sacien la voracidad de sus concupiscencias estragadas.

Hasta el desencanto, la desesperanza y el hastío que pueda tener Julio Guzmán, valen poquísimo, en comparación de los que tres mil años antes tuvo Salomón, según el Eclesiastés. Afortunadamente, en nada malo hay novedad, ni cabe progreso. Tal vez pueda haber novedad y tal vez quepa el progreso en lo bueno.

En el mismo capítulo en que me hacía el agradable cumplimiento que he citado, decía Vd., hablando del sitio de Montevideo, de que yo era soldado en aquella época: «En medio de este caos de intereses, respirando la atmósfera cargada de humo, y encerradas en un horizonte que á cada punto tiene aparejadas tormentas que de una hora á otra pueden descargar sobre sus cabezas, las musas argentinas, cualquiera que sea la ribera donde les sea permitido entregarse á sus sueños, lo divinizan todo, hasta la desesperacion y el desencanto.

Hízolo así don Quijote, pareciéndole que las razones de Sancho más eran de filósofo que de mentecato, y díjole: -Si , ¡oh Sancho!, quisieses hacer por lo que yo ahora te diré, serían mis alivios más ciertos y mis pesadumbres no tan grandes; y es que, mientras yo duermo, obedeciendo tus consejos, te desviases un poco lejos de aquí, y con las riendas de Rocinante, echando al aire tus carnes, te dieses trecientos o cuatrocientos azotes a buena cuenta de los tres mil y tantos que te has de dar por el desencanto de Dulcinea; que es lástima no pequeña que aquella pobre señora esté encantada por tu descuido y negligencia.

Mi gozo fué grande creyendo encontrarme con una momia de la familia real, mas, cual no sería mi desencanto cuando, abierto el sarcófago despues de infinitos trabajos, no encontré más que esta caja que ustedes pueden examinar. Y paseó la caja á los que estaban en primera fila.

A la sombra del árbol estaba, como se ha dicho, y allí, como moscas a la miel, le acudían y picaban pensamientos: unos iban al desencanto de Dulcinea y otros a la vida que había de hacer en su forzosa retirada. Llegó Sancho y alabóle la liberal condición del lacayo Tosilos. ¿Es posible -le dijo don Quijote- que todavía, ¡oh Sancho!, pienses que aquél sea verdadero lacayo?

En suma, era tan temeroso y destructor el desencanto que Miguel de Zuheros imaginaba haber producido, que hasta los santos y los ángeles se iban volando y abandonaban nuestra tierra desengañada. Pero las cristalinas esferas se habían desbaratado y roto, no giraban ya en arrebatada consonancia y nadie podía oír su musical armonía en los arrobamientos del éxtasis.

Lucía también estaba impaciente; lo observaba nuestro joven con placer; varias veces la había sorprendido echando una rápida e intensa mirada por todo el ámbito de las butacas, y había querido adivinar, en sus labios, cierta expresión de desencanto o disgusto. Al fin hizo un esfuerzo supremo y se coló rápidamente en medio de la sala.

Palabra del Dia

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