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Actualizado: 6 de mayo de 2025
A veces deteníase el recitante, adivinando las incomprensiones de ella, y repetía los versos, explicándolos. La antigua artista suspiraba con arrobamientos de admiración. La hacía estremecer esta música, en la que entraban por igual el encanto de los versos y la voz que los recitaba con rítmica melopea.
No era un enredo vulgar para satisfacción del sexo: era una pasión que endulzaba el ocaso de su madurez y le hacía soñar y sentir á los cincuenta años, con una intensidad que le retrogradaba á la juventud. Y con arrobamientos de adolescente, recreándose en el relato, recordó toda la novela de su amor.
La huérfana gentil cerró sus ojos, Y hasta arrugó su frente iluminada Por mil destellos rojos, Al pensar en su madre idolatrada... ¡Así Rizal llenó de pensamientos Aquella hora de luz y arrobamientos!... Es arte el de decir hondas tristezas, Revestidas de fuego y de bellezas. De Luna e Hidalgo es el cantor sublime.
En suma, era tan temeroso y destructor el desencanto que Miguel de Zuheros imaginaba haber producido, que hasta los santos y los ángeles se iban volando y abandonaban nuestra tierra desengañada. Pero las cristalinas esferas se habían desbaratado y roto, no giraban ya en arrebatada consonancia y nadie podía oír su musical armonía en los arrobamientos del éxtasis.
Lo accesible para ella era la idea primera: morirse, desprenderse de las lacerias de este mundo, y sentirse luego persona idéntica a la persona viva, gozando todo lo que hay que gozar y amando y siendo amada con arrobamientos que no se acaban nunca.
Nos amaremos como esos santos de la Iglesia que estallaban en dulces palabras y arrobamientos estremecedores, sin osar el menor contacto de la carne. El amor es el instinto de la conservación de la especie, pero el nuestro será incompleto, no por odiar, como los santos, las leyes de la Naturaleza, sino porque las luchas de la vida nos han herido de muerte.
Pero a los músicos no les basta la razón para hacer arte, y de ahí que recurran a pasiones extravasadas, heroísmos máximos, deliquios, amores quiméricos, frenesíes, éxtasis, arrobamientos, divinos estados de ánimo, para luego ordenar en el pentágrama todos estos delirios.
Esto le pareció un poco difícil de conseguir a Luz no estando presente Ángel; pero Ángel, que ya contaba con la dificultad, tenía bien estudiado el modo de vencerla, y de vencerla al tenor de sus deseos. «Para retratarte así, la encargó, vuélvete con la imaginación a tu paraíso, y mírame desde la azotea de tu chalet». Y eso hizo Luz, de muy buena gana; y por eso resultó su cara en el retrato con la expresión de la de una virgen ideal de las Catacumbas, en sus arrobamientos celestiales.
Muchas veces estuvo a punto de hablar con ella de estas cosas; pero siempre había concluido por considerarlo fuera de sazón todavía. Por eso ni su padre ni su madre estaban al tanto de lo que pasaba. Sospechaban que había algo, porque Ángel era muy otro de lo que fue, por el desarreglo de sus horas, por sus arrobamientos y preocupaciones y hasta por el modo de vestir; pero nada más.
Palabra del Dia
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