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Actualizado: 29 de junio de 2025
El vejete había vuelto sin que él le viese llegar, surgiendo entre dos grupos, pequeño y vivaracho, como surge un diablillo de teatro del fondo de su escotillón. ¿Conoce usted al coronel?... Mañana se avistará con usted para el pago y los intereses. El príncipe le volvió la espalda sin otro saludo, dejando al usurero satisfecho de su laconismo descortés. Un gran señor no podía hablar de otro modo.
»Yo no sabía qué hacer ni qué decir. Le felicité por sus caudales y por sus honrados pensamientos, y traté de que no pasara de allí el asunto, aparentando creer que aquello era todo lo que el banquero tenía que decirme... Ocurrióseme también la idea de abreviar el suplicio dándome por entendida de la instancia y plantando en seco al exponente; pero ¿podía ser yo tan descortés con un hombre que no me había dado motivos para ello? ¿Y no me exponía también a que él me diera una lección, hasta de prudencia, afirmando que yo me curaba en sana salud, porque jamás había soñado con temeridades como la supuesta por mí?
A doña Lupe le pareció la amonestación muy impertinente y descortés, porque ¿a santo de qué venía el hablar de pecados ajenos, teniendo tantos propios de qué ocuparse? Verdad que su sobrina política no había sido un modelo; pero ya estaba corregida y no había que volver sobre lo pasado. «Ya sabemos que te tratan muy bien» dijo, para variar la conversación.
Así, cuando llegaron al coro, donde Gracián estaba solo con su fortaleza, los bramidos de la plebe; cuando se oyó distintamente una voz que dijo por aquí; cuando las pisadas de los asesinos sonaron en las baldosas mismas del coro, Gracián no abandonó su recogida postura. Fue preciso, para hacerlo mover, que una mano descortés y ensangrentada le tocase en el hombro.
Y no por eso es grosero ó descortes, pues cuando no se trata de negocios se muestra cordial, expansivo y locuaz. Si vais á su casa, le hallareis hospitalario, generoso y fino, con tal que lo merezcais. Con excepcion de los asuntos que exigen absolutamente escritura para su validez, el Catalan hace sus negocios de palabra, y un asentimiento cualquiera vale mas que el mejor documento.
A cuyas señas y voz volvió don Quijote la cabeza, y vio, a la luz de la luna, que entonces estaba en toda su claridad, cómo le llamaban del agujero que a él le pareció ventana, y aun con rejas doradas, como conviene que las tengan tan ricos castillos como él se imaginaba que era aquella venta; y luego en el instante se le representó en su loca imaginación que otra vez, como la pasada, la doncella fermosa, hija de la señora de aquel castillo, vencida de su amor, tornaba a solicitarle; y con este pensamiento, por no mostrarse descortés y desagradecido, volvió las riendas a Rocinante y se llegó al agujero, y, así como vio a las dos mozas, dijo: -Lástima os tengo, fermosa señora, de que hayades puesto vuestras amorosas mientes en parte donde no es posible corresponderos conforme merece vuestro gran valor y gentileza; de lo que no debéis dar culpa a este miserable andante caballero, a quien tiene amor imposibilitado de poder entregar su voluntad a otra que aquella que, en el punto que sus ojos la vieron, la hizo señora absoluta de su alma.
Pero obligándole á amor Lo que pudiera á respeto, Me llamó una noche, á efeto 2015 De no respetar mi honor. Que le descalzase fué La invención: llego á su cama, Donde sentado me llama, Y humilde le descalcé. 2020 Pero echándome los brazos, Tan descortés procedió, Que á arrojarle me obligó Donde le hiciera pedazos.
Hizole una profunda reverencia. La situación era tan extraña, que Clementina, a pesar de su orgullo, su experiencia, su desenfado, y hasta bien puede decirse su desgarro, se encontró repentinamente cohibida. Tuvo necesidad de hacer un esfuerzo para adquirir brío. Aquí me tiene usted le dijo en tono agrio que resultó inoportuno y descortés.
De haberle prestado, tal vez se le apaciguase a don Quintín el odio que le profesaba; pero aquella descortés negativa recrudeció hasta lo indecible sus antiguos deseos de venganza. «¡Habrá tío marrano se decía , que me da de almorzar vino agrio y patatas negras; me propone que le ayude a engatusar a mi pobre sobrina, que al fin es mi sobrina, y ahora me niega cuarenta miserables duros!»
Aquí no podemos llevarnos las manos á la cabeza, aquí no se puede decir el Padre nuestro, aquí no se puede ni rezar, sin tener que hacer frente al dichoso franco. Odio esta palabra, ¡Qué sujeto tan descortés! ¡Qué persona tan atribulada y tan agresiva!
Palabra del Dia
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