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Actualizado: 22 de septiembre de 2025


De pronto, la puerta se sacudió con estrépito, y oyose en el corredor una voz desesperada que comenzó a gritar: ¡A ! ¡A ! ¡Socorro! ¡Soy muerto! El canónigo saltó del asiento, descorrió el cerrojo y abrió. Era un lacayo. El infeliz, con el semblante blanco como el yeso, sin soltar de sus manos una silla de montar, cubierta de terciopelo azul, fue a arrojarse a los pies de su señor.

Abrió luego las persianas, descorrió las cortinas y entróse en el cuarto de vestir para preparar el agua caliente y la ropa del señorito. Habían dado ya las doce y media.

Tan lentamente salían de la obscuridad los perfiles de estos objetos, que mi propia imaginación podía creerse autora de aquel espectáculo. El día iba descendiendo, y la iglesia se obscurecía por grados; pero una de las Madres, tirando de unas cuerdas, descorrió la cortina negra de la alta ventana del coro, y entonces entró la luz crepuscular, dando a todo su verdadera forma.

Al mediodía llegó el médico, que reconoció a Martín la herida, le tomó el pulso y dijo: Ya pueda empezar a comer. ¿Y le dejaremos hablar, doctor? preguntó la muchacha. . Se fué el doctor, y la muchacha de los ojos negros descorrió las cortinas y Martín se encontró en una habitación grande, algo baja de techo, por cuya ventana entraba un dorado sol de invierno.

La luz del reverbero, cuya cortina azul descorrió para mejor examinar a la durmiente, la hería de lleno; pero según el balanceo del tren, oscilaba, y tan pronto, retirándose, la dejaba en sombra, como la hacía surgir, radiante, de la obscuridad. Naturalmente se concentraba la luz en los puntos más salientes y claros de su rostro y cuerpo.

Y cuando estuvieron en él, descorrió de una manera nerviosa el velo que cubría el retrato de su madre. Juradme delante de ese cuadro, por vuestra alma y por la de vuestra madre, por vuestra honra y por la mía, que á nadie amáis más que á . Lo juro, lo juro, por mi madre, por la vuestra, por Jesucristo Sacramentado.

Y por si esto era poco, descorrió desde adentro la falleba de los portones, y los abrió de par en par a fin de que pasara yo sin apearme.

Dejole largo rato que la contemplase a su sabor, y luego, de un tirón, descorrió la segunda tela. La figura que ocultaba era infinitamente superior a la primera, y el deán se deshizo en elogios y alabanzas. Pero esto no fue nada comparado con lo que experimentó y dijo al descubrir el artista el tercer lienzo.

Don Salvador fijó un momento su atención y repuso: Efectivamente, se oye un gran alboroto en la calle. Los gritos, la algazara, no solamente iban en aumento, sino que parecían acercarse hacia aquel pacífico retiro. Don Salvador descorrió la persiana de una de las ventanas del pabellón, y asomándose, dijo en voz alta: Atanasio.

Sólo se oían sobre los peldaños de piedra los recatados pasos del religioso y del tío Manolillo. En lo alto ya de las escaleras, atravesaron silenciosamente un trozo de corredor, y el bufón se detuvo y llamó quedito á una puerta. Oyéronse dentro precipitados pasos de mujer, y se descorrió un cerrojo. La puerta se abrió.

Palabra del Dia

passaro

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