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Actualizado: 24 de junio de 2025
Entonces, y sin saber por qué, Perla fruncía el entrecejo, cerraba el puño, y daba á su pequeño rostro una expresión dura, severa y de seco descontento; ó bien prorrumpía de nuevo en una risa más ruidosa que antes, como si fuera un sér incapaz de sentir y comprender el pesar humano; ó acaso, aunque muy raramente, experimentaba convulsiones de dolor, y en medio de sollozos y palabras entrecortadas expresaba su amor hacia su madre, y parecía que deseaba probar que tenía un corazón haciéndoselo pedazos.
Comenzaba a anochecer. Los jornaleros, cansados de la espera, se movían, prorrumpiendo en protestas. ¡A ver! ¿quién mandaba allí? ¿Iban a permanecer toda la noche en Caulina? ¿Dónde estaba Salvatierra? ¡Que se presentase!... Sin él no iban a ninguna parte. La impaciencia y el descontento hicieron surgir un jefe. Se oyó la voz de trueno de Juanón sobre los gritos de la gente.
Hemos bromeado mucho, hemos reído demasiado: las lágrimas me dan ahora envidia, y es de espinas y no de rosas que quiero ver coronada mi cabeza...» El hombre vive en eterno descontento. Tal vez huya él también, como el poeta amante de la diosa, por hartura de felicidad y sed de dolores. De pronto, junto a ellos, rompió a tocar la banda de música una marcha triunfal.
No se descontentó el mozo de oír las razones de Periandro, que también dieron gusto a Auristela, a la condesa y a su hermano. Con estas y otras cosas iba enseñando y entreteniendo el camino Periandro. De allí a algunos días, llegó nuestro hermoso escuadrón a un lugar de moriscos, que estaba puesto como una legua de la marina, en el reino de Valencia.
-Deso recibo yo mucho gusto -respondió la mujer-; mostradme esas cosas de más consideración y más momento, amigo mío, que las quiero ver, para que se me alegre este corazón, que tan triste y descontento ha estado en todos los siglos de vuestra ausencia.
El viejo abogado hacía muecas sacudiendo á un lado y otro la cabeza en señal de descontento y pasándose la mano por la calva; despues en tono de protectora compasion dijo: ¡Hm! malas doctrinas son esas, malas teorías, ¡hm! Como se conoce que es usted joven y no tiene esperiencia de la vida.
Se interrumpió Felipe un momento en medio de su perorata, esperando conocer en el semblante de Amaury la impresión que le producían sus palabras, de cuya elocuencia por su parte no estaba descontento; pero sólo pudo notar que su oyente añadió un pliegue a los muchos que ya surcaban su frente, y exhaló un suspiro aún más profundo que el anterior.
El joven clérigo creyó que vendría a hacerle alguna pregunta referente a la comunión general del día siguiente. Pero en vez de eso, Obdulia se inclinó hacia él tímidamente y le preguntó con voz temblorosa, donde se advertía extraña emoción: ¿Me puede usted confesar? Quedó sorprendido y descontento.
Aquéllos al menos veían cielo libre sobre sus cabezas, no tragaban el aire a través de una aspillera; tenían las piernas libres y no les faltaba con quien hablar. Hasta allí dentro tenía la desgracia sus gradaciones. El eterno descontento humano era adivinado por Rafael.
Era un mozo de buena y gentil apariencia, de noble compostura, aliñado en su traje cuanto lo permitía su pobreza, vivo de genio, alegre de condición, profundo de pensamiento, inquieto en sus deseos, descontento de su suerte, y comunicador, porque así lo pedía su naturaleza avara de sensaciones.
Palabra del Dia
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