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Actualizado: 17 de julio de 2025


Fortunata le dijo con expresión fraternal y consoladora: «Mira, duérmete, descansa y no te acalores. Anoche has estado muy malito, y necesitas unos días para reponerte. Hazte cuenta que no estoy aquí, y a dormir se ha dicho». Si lo tranquilizó, no se sabe; pero ello es que se quedó dormida, y no despertó hasta las siete de la mañana.

La hueste de mendigos descansa al sol ante el portal de la casona y se tiende por la orilla del camino aldeano. Sobre la veleta del hórreo, el gallo clarinea, en el sol, dorado y soberbio. ¡De toda la vida lo recuerdo! Al son de las doce repartíase el pan y las berzas a los pobres que acudíamos a este portal. Era una caridad de fundación. Venía desde los difuntos señores que levantaron la casona.

Añádese que por la facultad natural de juzgar alcanza el hombre, que es causa de una cosa aquello que á su presencia hace exîstir otra. Conoce con mucha claridad, que no exîste por mismo, y por consiguiente su ser depende de otro. Este conocimiento le extiende á las demas cosas hasta llegar, como término donde descansa, á un Ser de infinita potencia, de donde dimanan todos los demas seres.

No te rías, Lucía; pero es la verdad. ¿ has leído unos versos de Longfellow que se llaman «Excelsior»? Un joven, en una tempestad de nieve, sube por un puerto pobre, montaña arriba, con una bandera en la mano que dice: «Excelsior». No te sonrías: yo que sabes latín: «¡Más alto!». Un anciano le dice que no vaya adelante, que el torrente ruge abajo y la tempestad ¡se viene encima: «¡Más alto!». Una joven linda, ¡no tan linda como !, le dice: «Descansa la cabeza fatigada en mi seno». Y al joven se le humedecen los ojos azules, pero aparta de a la enamorada y le dice: «¡Más alto!».

En este punto se descansa un cuarto de hora; los viajeros, y los equipajes que siguen á Suiza, se trasladan á otro tren. De Paris á Basilea, la Champagne, admirable y rica, y Nancy, ciudad importante. A las ocho de la mañana, doce horas justas despues de haber salido de Paris, parti de Estrasburgo, entrando en Basilea á las cuatro horas.

Descansa sobre las columnas un arquitrabe con su cornisa, que sobresale de la cornisa general; ocupan los nichos las imágenes de nuestra Señora en el misterio de la Anunciacion, y el ángel Gabriel, y sobre el centro de la imposta que une las dos repisas descansa un jarron de azucenas.

Desde allí a caballo, sigue hasta la fortaleza de Ché-hia. Pasa la gran muralla. ¡Famoso espectáculo! Descansa en el fuerte de Ku-pi-hó. ¡Allí puede cazar gacelas!... ¡Soberbias gacelas!... Y en dos días de camino llega a Tien-Hó. Brillante itinerario. ¿Cuándo quiere partir? ¿Mañana? Mañana murmuré tristemente. ¡Pobre generala!

Llorando dice: «¡Ay de mi ¿dónde estoy? ¿dónde me veo? ¿ó quién me ha traido aquí? ¡tan cerca lo que poseo! ¡tan lejos lo que perdíLloren al fin entre tanto que no descansa su mal, y obliguen al cielo santo; que no puede ser el llanto á sus delitos igual.

Chico, descansa ahora un ratito díjole su esposa, tratando de quitarle la pluma de la mano . Bastante has trabajado hoy con esos cálculos tan difíciles... Mañana seguirás... No, no creas que me parece mal; yo te ayudaré a pensar... hablaremos de esto. Yo también discurro. Contra lo que esperaba, Maxi no se irritó.

Usted, amigo Bonifacio, a la cama; a la cama unas cuantas horas, porque esto puede ser largo, y vamos a necesitar las fuerzas de todos; y si no descansa usted ahora, no podrá servir como tropa de refresco cuando se necesite.

Palabra del Dia

buque

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