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Actualizado: 22 de junio de 2025


Sin darse cuenta de cómo podría explicarse con el señor de Lerne sobre un asunto tan delicado, esperó, sin embargo, impaciente el miércoles siguiente, esperando encontrarle en la recepción de su madre. Pero al llegar a casa de la condesa tuvo el desagrado de saber que Jacobo tenía un fuerte dolor de cabeza que le retenía en la cama.

¡Es muy triste y costoso de hacer lo que usted me pide, papá! repuso Magdalena, haciendo un mohín de desagrado. Yo no bailaré le dijo Amaury al oído. Como Amaury decía muy bien, Magdalena era la bondad personificada, y si tenía aquellos arranques de mal humor era tan sólo obrando a impulsos de la fiebre.

El tutor y su hermana le dejaban gastar cuanto quería, haciendo la vista gorda en presencia de sus devaneos, pero ante la idea de una pasión seria mostraban profundo desagrado.

A la legua de camino, al lado del N de un bosque espeso de sauces, salió un indio: huyó al vernos, y habiendo ido á llamar á sus compañeros, como á la legua, nos salió una comitiva de indios, que serian 50, todos con armas. Pidiéronme tabaco; mas un viejo con desagrado daba voces en su lengua, y me quitò de la mano el tabaco que tenia, como enfadado: díles otras cosas y se fueron.

Mostrábase, , muy satisfecho cuando lograba ver a las dos muchachas, tan lindas y frescas como dos pimpollos; ellas pasaban a su lado, plegando las faldas vaporosas de miedo de mancharlas y haciendo un gestito de desagrado con la boca encantadora. En cuanto a su hermano, nunca le vió y si llegaba a columbrarle en la calle, escabullíase avergonzado.

Pensó con desagrado en la visita de Muñoz. ¿Acaso le había atraído a su casa un mal instinto, como atrae al buitre el olor de la presa? Miró con gesto sombrío el marquito de plata vacío, y ahora el robo del retrato le irritó. Inútilmente procuraba rehacer en la memoria la frase que se le había ocurrido en el momento de irse Muñoz. Y sintió que se le metía en el alma la flaqueza de los celos.

En cuanto desaparece el naranjero con esta embajada, ya no piensa en otra cosa que en acercarse á la dama á la salida del teatro, y maldice á la comedia, y le parece eterna porque le obliga á esperar tanto tiempo. Expresa en voz alta su desagrado, y gruñe sin reparo por esta causa, excitando así á los mosqueteros que están debajo á imitarlo en seguida, y á prorrumpir en voces ofensivas.

Sabía muy bien que el aburrimiento y la soledad son malos consejeros: no quería dejarme solo con su recuerdo sin intervenir de tiempo en tiempo con un indicio de su presencia. Sabía la fecha del regreso, y el día aquel me apresuré a ir a su casa. Fui recibido por el señor De Nièvres, a quien no encontraba ya sin un vivo desagrado.

Eran la señorita Margarita, apoyada en el brazo del señor de Bevallan, la señorita Helouin y la señora Aubry seguidas de Alain y Mervyn. El ruido que hacían al aproximarse, había sido apagado por el ruido de las cascadas; sólo estaban á dos pasos de , no tuve tiempo para retirarme, fué preciso que me resignara al desagrado de verme sorprendido en mi actitud de pensador melancólico.

En cuanto á las galas femeninas, decía Felipe V casi ruborizado: ...«Por cuanto son muy de mi real desagrado las modas escandalosas en trajes de mujeres y contra la modestia y decencia que en ellos se debe observar, ruego y encargo á todos los obispos y prelados de España que, con celo y discreción, procuren corregir estos excesos y recurran en caso necesario á mi Consejo, donde mando se les todo el auxilio conveniente

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