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Actualizado: 22 de junio de 2025


Todo esto lo explicó rápidamente Cristeta, añadiendo malhumorada: ¡Y la estatua... soy yo! Frunció don Juan el entrecejo, y exclamó, tirando los papeles sobre el diván: Da grima. ¡No haga usted eso! Tan claramente manifestó su desagrado, que Cristeta no pudo menos de sentir sorpresa.

Me había usted prometido traerlo... ¡Es fastidioso!... Querida Condesa, me va usted a guardar rencor por esta decepción, pero no es mía la culpa. El desagrado de la Condesa Vannier era visible a pesar de sus protestas de urbanidad.

No hizo el gesto de desagrado de un gobernador de provincia al que dicen que el enemigo ha hecho una incursión en su territorio; demostró el disgusto de un hombre al que un accidente previsto viene a turbar en su felicidad. Germana no pudo repetirle sin un poco de cólera las palabras insolentes de aquella mujer y sus monstruosas pretensiones.

El padre se la retiró bruscamente con visible desagrado. Y otra vez subieron a la tribuna varias damas y caballeros, y ejecutaron, en toda la extensión de la palabra, algunas melodías religiosas de Gounod. Al fin salieron del oratorio todas aquellas almas beatas y se dirigieron al salón.

En vano afectaba oír en calma aquellas cosas. Su desagrado no era pena, sino ira, viendo que no se había equivocado cuando, a poco de poner el pie en la casa, imaginó que allí no había devoción ni creencias.

Fortunata pensó que, en efecto, se había atufado, pero no con brasero. Cediendo a los ruegos de su marido y de doña Lupe, se acostó, y a prima noche estaba más tranquila, desvelada, sin ningún apetito, oyendo con desagrado el ruido de los platos y cucharas que del comedor venía a la hora de cenar.

El rostro de Doña Blanca tomó cierta expresión de sorpresa y de notable desagrado. Entonces ¿quién os ha acompañado en el paseo? preguntó Doña Blanca. No se enoje V., mamá: hemos ido bien acompañadas. ; pero ¿por quién? ¿Por alguna fregona? ¿Por alguna tía cualquiera? Mire V., mamá, Doña Antonia tenía la jaqueca y no pudo acompañarnos. En su lugar ha venido con nosotras el tío de Lucía.

Formóse, sin embargo, un partido de sabios y semisabios con el propósito de contrariar al drama español, y cuyo desagrado al observar el desprecio con que se miraban sus preceptos, se desahogó en invectivas contra todo el teatro nacional.

El estudio del vestido blanco, destacándose de un fondo muy claro, había interesado á Mauricio, que miraba su lienzo con cierta satisfacción pensando que no estaba mal. De repente, la cabeza morena de la desposada le desagradó; era una mancha brutal de tinta en la tierna escala de tonos delicados que había agrupado tan armoniosamente. Cogió un raspador y de un solo golpe decapitó á la novia.

Desearía obtener de su amabilidad me dijese si en el tiempo que llevamos de relación amistosa he incurrido en su desagrado por alguna acción o por alguna omisión que les haya molestado, si han observado ustedes en algo que no estuviese de acuerdo con una franca y leal amistad, o bien si inadvertidamente creen ustedes que les ocasioné algún perjuicio.

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