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Actualizado: 28 de junio de 2025


Y expresándose así, con ínfulas y asperezas de dómine, Ballester le quitó de las manos a su subalterno lo que entre ellas tenía. «Pero ¿qué demonios ha echado usted aquí? dijo luego con enojo, llevándose el potingue a la nariz . O esto es valeriana o no lo que me pesco. ¡Cuando digo...! Hoy está usted muy malo. Más vale que se retire a su casa. Yo me las arreglo mejor solo.

Porque sus colas eran semejantes a serpientes que tienen cabezas, y por ellas dañan. 20 Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, no se enmendaron de las obras de sus manos, para que no adorasen a los demonios, y a las imágenes de oro, y de plata, y de metal, y de piedra, y de madera; las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar.

Antes de que Roger pudiera explicarse resonó de nuevo la voz del irritado huésped: ¿Pero qué sentina es ésta? gritó. ¿No os pregunté al llegar, posadero de los demonios, si estaba vuestra casa limpia de sabandijas, para que pudiera alojarse en ella mi noble esposa sin asco ni molestias? Y os contesté, poderoso señor, que está limpia como una patena, replicó el otro humildemente.

Porque añadió dirigiéndose a , tendrás que hacer algo en tu cuarto... siquiera conocerle de vista; a más de que «hacienda, tu amo te vea...» y como hay noche larga por delante, tiempo nos queda de sobra para que vuelvas a la cocina a darte otro chamuscón, si te le pide el cuerpo... ¿Todavía estás ahí, fantasmona de los demonios?

Pero ahora, después de Lutzen y Bautzen, en vez de tranquilizarse, la gente le recibía a uno con cara de mil demonios; no se podía obtener nada sino por la fuerza; cualquiera hubiera dicho que estábamos en España o en Vendée.

No le entiendo á usted dijo el mozo, trocando su sonrisa en expresión de sorpresa. Pues la cosa es bien sencilla añadió el mayorazgo: ¿no hay aquí agua?; ¿no hay azúcara?; ¿no hay rioja?... ¿Pues qué taberna de los demonios es ésta? Algo como carcajada estalló entre los concurrentes del café; y en seguida comenzaron los epigramas y los apóstrofes más cáusticos.

En la escena en que Alicia invoca á los demonios, salen éstos del infierno, con toda comodidad, por unas escaleras. El gracioso ó bufón dice mil sandeces... Por lo demás, la mejor comedia es aplaudida ó silbada, al capricho de cualquier harapiento personaje.

Verla y sentir un miedo muy grande, pero muy grande, fue todo uno. «¡Si mi tía lo sabe...!». Pero del miedo salió al instante la reacción de valor, y apretó los puños debajo de la capa, los apretó tanto que le dolieron los dedos. «Si mi tía se opone, que se oponga y que se vaya a los demonios». Nunca, ni aun con el pensamiento, había hablado Maximiliano de doña Lupe con tan poco respeto.

Entendamos la existencia como una respetable señora que anoche, cuando más se movía el buque y en esta última cubierta había una obscuridad que metía miedo, chillando el viento como mil legiones de demonios, se escandalizaba de que muchos hombres fuesen al comedor sin smoking y las artistas alemanas fumasen cigarrillos en el invernáculo.

Te lo digo yo, Marmitón de los demonios, aunque me pegues añadió encarándose con el gigante ; te lo digo yo, ¡cuartajo!, yo, que tengo buenas pruebas de ser verdad: y te lo digo con el alma y vida. Si quieres creerme, me crees, y si no, peor para ti. ¿No es así, Cura?

Palabra del Dia

cabalgaría

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