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Actualizado: 28 de junio de 2025


Y bajó en seguida la escalera, como si le llevaran los demonios. Pero don Simón oyó la amenaza y tembló; no de miedo a la muerte, sino de horror a la palabra ¡estúpido! con que le bautizaba aquel hombre, el mismo que tantas veces había ponderado su talento. ¿Cuándo le había dicho la verdad?

Empezó a subir por ella y tan cerca estaba yo que le murmurar: «¿Cómo demonios ha venido esto aquíLlegué a la cuerda y él me vio, suspendido como estaba, pero no pude alcanzarle. ¿Quién va? preguntó sobresaltado. Creo que a primera vista me tomó por el Rey y no lo extrañé porque mi palidez contribuía al engaño; pero muy pronto exclamó: ¡Calla, si es el comiquillo! ¿Qué hace usted por aquí?

Aquí tienes con que pagar repuso la abuela, poniéndole en la mano una moneda de oro de cuatro duros. ¡Oro! exclamó estupefacto Momo, que por primera vez en su vida veía ese metal acuñado . ¿De dónde demonios ha sacado usted esa moneda? ¿Qué te importa? repuso la tía María ; no te metas en camisa de once varas. Corre, vuela, ¿estás de vuelta?

Al principal llaman Mapono, y es el maestro, con quien el pueblo consulta las cosas de su conciencia y á quien manifiestan sus necesidades, de las cuales hace relación en el Consejo de los dioses y les solicita el remedio. No habla solamente en la iglesia con los demonios, sino que ellos se dignan también de visitarle en su casa y tratarlo con toda afabilidad y cortesía.

La niña protestó aún más ruidosamente contra esta hipótesis indecorosa, se puso agitada hasta un grado incomprensible y, levantándose con viveza, corrió al extremo opuesto de la sala, lo más lejos posible del capitán, como si éste fuese a tomar por la fuerza lo que de derecho le correspondía. Armose en la sala un zipizape de mil demonios. Todos hablaban, reían, chillaban sin acabar de entenderse.

Entónces aquellos animales se enfurecen, brincan como cabras, corren como demonios y levantan una polvareda que hace perder de vista el horizonte é invade, á los viajeros en sus navetas martirizadoras.

El pecador, el flaco de voluntad, el miserable, el sandio y el ridículo soy yo que no . Los ángeles y los demonios deben reírse igualmente de y no tomarme por lo serio.

Son copias de escrituras me dijo mi tío , cuentas viejas de particiones de bienes, y otros papelotes de familia... Vete poniéndolo todo encima de esa cómoda, porque yo no tengo ya resuello ni para levantar los brazos solos... ¡Por vida de los demonios... del pispajo!...

Dejáronles salir y quedaron diciendo que siempre lo temieron. Contaban al catalán y al portugués lo de aquellos que me venían a buscar; decían entrambos que eran demonios y que yo tenía familiar. Y cuando les contaban del dinero que yo había contado, decían que parecía dinero pero no lo era; de ninguna suerte persuadiéronse a ello. Yo saqué mi ropa y comida horra.

¿Católicas? ¡Mi padre! -respondió don Quijote-. ¿Cómo han de ser católicas si son todos demonios que han tomado cuerpos fantásticos para venir a hacer esto y a ponerme en este estado? Y si quieres ver esta verdad, tócalos y pálpalos, y verás como no tienen cuerpo sino de aire, y como no consiste más de en la apariencia.

Palabra del Dia

cabalgaría

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