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La segunda vez fue a raíz de lo del veintitrés, con un pariente de los de Promisiones, que deseaba, como yo, ver cómo andaban las cosas del mundo, después de la taringa que habían llevado los botarates de la «Pitita». ¡Cuartajo, qué cumplida se la dieron... y qué merecida la tenían los arrastrados!

Pues nada, hijo díjome al fin : lo primero, tu gusto, y ése es el que ha de hacerse en esta casa mientras en ella estés... ¡A buena parte vienes, cuartajo!... Irá fuera la colcha y cuanto te estorbe con ella en la alcoba. Aquí tienes un felpudo para los pies... Creo que no te vendrá mal al acostarte, porque estos suelos de castaño viejo son fríos como ellos solos... ¿eh?

Siempre le apenaron a él estas reflexiones, hechas sobre recuerdos de desgracias que le dolieron en lo más vivo; «¡pero ahora, ¡cuartajo!, desde que soy lo que soy y he visto caer el primer trapo de nieve!... , hombre, , chocheces de viejo apolillao hasta los tuétanos... ¡Pues mira que te vengo con buenas coplas para una ocasión como ésta!... ¿Has visto hombre más simple que tu tío Celso? ¡Pispajo con la rociná de los demonios!».

Esta es la salona, o comedor dijo mi tío al entrar en él . ¡Comedor! ¡Qué comedor ni qué cuartajo!... Le llamo así porque de eso sirve cuando se alojan en esta casa personajes finos como , o algún señor Obispo de acá o de allá, o cuando hay boda en ella y algunos días después... hasta que llega la confianza y se arregla uno tan guapamente en la «perezosa» de la cocina: en invierno, al amor de la lumbre, y en verano... por la frescura... ¡Cascajo!, no te rías, porque en la cocina de mi casa se tirita de frío en agosto en cuanto se dejan de par en par las dos puertas y la ventana que tiene... ¡Figúrate lo que pasaría si hiciéramos otro tanto esta noche, y eso que todavía estamos al acabarse el otoño! ¿Ves una puerta en esa pared de la izquierda?

Esa boca no es la mía, ¡cuidado con ello! Digo que hay esas bocas, y no digo más que eso replicó el hombrazo. Santo y corriente; pero yo vuelvo a preguntarte si va o no va, para conocimiento de mi sobrino, todo tu pasaporte, ¡cuartajo! Y yo te respondo que lo que es honra para , no puede ofenderme. Con que allá te veas, y no hay más que decir.

Pero ¡ni salir a misa, cuartajo!... Ya saldrá usted, don Celso... , con los pies pa-lante el mejor día...

Te lo digo yo, Marmitón de los demonios, aunque me pegues añadió encarándose con el gigante ; te lo digo yo, ¡cuartajo!, yo, que tengo buenas pruebas de ser verdad: y te lo digo con el alma y vida. Si quieres creerme, me crees, y si no, peor para ti. ¿No es así, Cura?

Me levantaré... o no me levantaré, conforme y según me vea de agallas; pero no porque se le antoje así o asao a ningún enterrador de vivos... porque enterrar en vida es ¡cuartajo! tener en la cama días y días a un hombre como yo, sin calentura ni dolores.

Di que nada, ¡cuartajo! si te paez. ¡Los hijos de un sobrino carnal de mi madre!... ¡Pues digo!... ni un galgo le alcanza ya... De todas maneras, si usted no quiere... ¿Yo?... ¡A buena parte vas con el reparo!... ¡Vaya que me gusta!... No, no, lo que es por ... Además, no se trata de eso sólo, que debe verse de pasada... ¿Jacia ónde?

Un pastor de Cóo nos apandó una cría de dos meses, la de la Cordera de tío Celipe Cuartajo: vímosle, juímonos encima, negó, arriméle un garrotazo, cayó á tierra pidiendo miselicordia, y soltó el jato. No ha habío multa denguna ni por el aquel de dir ni por el aquel de venir, porque no se ha saltao una mala cerradura, ni tan siquiera se ha movío una res de la cabaña en too el camino.