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Ella sintió que su ser se diluía en una vaguedad semejante a la que había experimentado en algunos momentos extáticos, así junto a la Virgen en la iglesia de Nueva Pompeya, y le pareció que morir no sería sino prolongar por toda una eternidad la delicia de aquellos momentos. ¡Una eternidad para las manos que le quitaban con tan suave modo los zapatos blancos!

¡Qué delicia! dijo Currita . Si te los dieran todas las noches en los dientes no tendrías la lengua tan larga. ¡Polaina!... Si te los dieran a ti donde yo me , no darías motivos para que te alcanzasen las lenguas.

Gabriel aspiraba con delicia el aire de la vía pública.

Niego que haya moralista con derecho a reprenderme por mi pasión, si el tal nunca ha gustado esta delicia, ¡besos con música!...». Pero el mayor encanto, el éxtasis de la dicha, estaba en otra parte; en la íntima alegría del orgullo satisfecho.

Respiraba con verdadera delicia el penetrante perfume que despedían los cerezos en flor y poco a poco su mal humor y su melancolía de la noche antes se fueron disipando... Por la mañana, en la hora del desayuno pudo comprobar que la señora Miguelina procuraba prudentemente substraerse a sus miradas cada vez que entraba en la cocina.

28 cuando afirmaba los cielos arriba, cuando afirmaba las fuentes del abismo; 29 cuando ponía al mar su estatuto, y a las aguas, que no pasasen su mandamiento; cuando señalaba los fundamentos de la tierra; 30 con él estaba yo ordenándolo todo; y fui su delicia todos los días, teniendo solaz delante de él en todo tiempo.

La vegetación poderosa, el aire puro de la montaña, el canto de multitud de pajarillos y la vista de los ondulantes prados que más allá de Salisbury se divisaban, eran espectáculo tan nuevo como interesante para Roger, que hasta entonces había vivido en la costa. Respiraba con delicia y sentía que la sangre corría con más fuerza por sus venas.

Es tan reglamentario el paseo, que todos llegan y se van a la misma hora. Isidora notó la confusión del desfile al galope, tomándose unos a otros la delantera, escurriéndose los más osados entre el tumulto; y oía con delicia el chasquido de látigos, el ¡eh!... de los cocheros, y aquel profundo rumor de tanta y tanta rueda, pautando el suelo húmedo entre los crujidos de la grava.

Al sentirse renacer, como aquella Ave Fénix citada por tantos autores sacros y profanos, saboreó Ramiro con lánguida avidez la delicia de vivir. Todo le azoraba, y el milagro del mundo volvía a maravillarle. Sentado ahora junto a la vidriera, miraba con pensativa puerilidad las nubes espesas de aquel principio de invierno.

Lo llevó á los labios con trasporte y lo tuvo largo espacio sobre ellos. La carta despedía un perfume suave y delicado. El joven lo aspiró con delicia cerrando los ojos. Tornó á guardar la carta y siguió andando á la ventura. Empezó á soñar despierto. Ofrecióle su imaginación inmediatamente un cuadro risueño y venturoso. La condesa le amaba.