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Actualizado: 5 de noviembre de 2025


Maravillada de la limpieza y altura de estas máximas del Evangelio, Carmen sentía crecer su repugnancia instintiva hacia la existencia y los seres de la casona, y miraba al cielo puro con un inconfeso anhelo de volar, con un callado presentimiento de las alas ligeras y giros alegres, abstrayéndose con delicia en la contemplación de las mariposas y de las aves suspirando con hastío en su cárcel sombría de Rucanto.

Esas son cosas que los hombres sueñan, y llaman demonios a los consejos malos que vienen de lado feo del corazón; sólo que como el hombre se ve con cuerpo y nombre, pone nombre y cuerpo, como si fuesen personas, a todos los poderes y fuerzas que imagina: ¡y ése es poder de veras, el que viene de lo feo del corazón, y dice al hombre que viva para sus gustos más que para sus deberes, cuando la verdad es que no hay gusto mayor, no hay delicia más grande, que la vida de un hombre que cumple con su deber, que está lleno alrededor de espinas!: ¿pero que es mas bello, ni da más aromas que una rosa?

Y no es esto lo peor. Lo peor es el poco o ningún caso que le hacen aquí a una. Todavía no tengo en Madrid persona con quien hablar. Allá en el pueblo, ¡qué delicia! Salía yo a la calle y no había perro ni gato que no me dijese: «Dios guarde a su merced; adiós, ama Teresa. ¿Cómo lo pasa usted, señora?», y otras cosas por el estilo.

Roger oía con delicia la charla de la joven y la sostenía con su brazo todo lo posible, apartando las ramas y buscando en vano un sendero practicable. Callado estáis, señor campeón, le dijo al fin su alegre compañera. ¿No queréis saber quién soy ni oir mi historia? Si á vos os place contármela.... Oh, si tan poco os interesa, lo mejor será guardármela.... No, por favor, dijo él vivamente.

Algo así como el mismo encanto del día; en rigor, el invierno, nada, pero en la tranquilidad y tibia y vaga alegría del ambiente, una delicia que saboreaba con inefable gozo la Regenta.

Pero esta delicia de la vanidad satisfecha no tenía que ver con su propósito firme de buscar en Ana, en vez de grosero hartazgo de los sentidos, empleo digno de la gran actividad de su corazón, de su voluntad que se destruía ocupándose con asunto tan miserable como era aquella lucha con los vetustenses indómitos.

Saboreaba con delicia el placer vanidoso, furtivo y absolutamente íntimo, de oírme alabado en la personalidad de mi pseudónimo. El día que el éxito fue indiscutible le llevé mis dos libros a Agustín.

Según las últimas noticias, él y su guitarra vagaban por Valparaíso, para mayor delicia de los marineros que frecuentan las casas alegres.

¡Oh delicia! ¡oh amor del tranquilo jardín donde el alma sintió la pasión de soñar y, en el vuelo fugaz de la brisa, escuchar la quejumbre sutil de un celeste violín o el latido inicial de un anhelo de amar! Entrad todos, entrad.

Veía con delicia las mangas de riego, sintiendo ganas de recibir la ducha en sus propias carnes; pero luego se desprendía del suelo un vapor asfixiante, mezclado de emanaciones nada balsámicas, que la obligaba a avivar el paso.

Palabra del Dia

vengado

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