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Actualizado: 9 de junio de 2025
¿Quiere el seor alguacil que le hurguemos las patas a esa señora mula? le replicaba una moza de la ciudad. Atrás os digo, y van dos. ¡Pus quite esos dedos! Mire la Antonia, que no estamos hoy de mercado. Los buhoneros aprovechaban para vender. Señora hermosa, por un real se lleva este rosario. Darete, a lo más, un cuarto. ¿Trasero o delantero? ¡Oste con el bellaco!
Arrodillado a sus pies estaba el abate, con las barbas fluviales tendidas sobre el negro delantero de su sotana. Todos los ojos iban hacia él: sólo la familia de La Boca seguía con mirada amorosa los movimientos de Monseñor al decir la misa.
Bismarck era de oficio delantero de diligencia, era de la tralla, según en Vetusta se llamaba a los de su condición; pero sus aficiones le llevaban a los campanarios; y por delegación de Celedonio, hombre de iglesia, acólito en funciones de campanero, aunque tampoco en propiedad, el ilustre diplomático de la tralla disfrutaba algunos días la honra de despertar al venerando cabildo de su beatífica siesta, convocándole a los rezos y cánticos de su peculiar incumbencia.
Si los pilletes hubieran osado mirar cara a cara a don Fermín, le hubieran visto, al asomar en el campanario, serio, cejijunto; al notar la presencia de los campaneros levemente turbado, y en seguida sonriente, con una suavidad resbaladiza en la mirada y una bondad estereotipada en los labios. Tenía razón el delantero. De Pas no se pintaba. Más bien parecía estucado.
El delantero, ordinariamente bromista, alegre y revoltoso, manejaba el badajo de la Wamba con una seriedad de arúspice de buena fe. Cuando posaba para la hora del coro así se decía Bismarck sentía en sí algo de la dignidad y la responsabilidad de un reloj.
Del cuello pendíanle sartas de perlas, cadenas de oro con docenas de sortijas enhebradas, que esparcían al moverse mágicos resplandores. La túnica y el delantero del manto iban chapados de relojes de oro prendidos con alfileres, pendientes de esmeraldas y brillantes, sortijas con piedras enormes cual guijarros luminosos.
A ti el delantero en el esfuerzo, el hermoso de los mancebos, consuelo y amigo de su amigo.
Yo hice lo mismo, y limpiamos dos cuerpos de corchetes de sus malas ánimas al primer encuentro. El alguacil puso la justicia en sus pies, apeló por la calle arriba dando voces; no lo pudimos seguir, por haber cargado delantero. Y al fin nos acogimos a la iglesia Mayor, donde nos amparamos del rigor de la justicia, y dormimos lo necesario para espumar el vino que hervía en los cascos.
Oculto en esta atalaya había visto cómo los tres jinetes se juntaban á gran distancia con otro que parecía aguardarles, y era indudablemente Manos Duras. Luego, los cuatro galopaban en la misma dirección, llevando uno de ellos á la prisionera sobre el delantero de su silla.
Así como en la parte inferior del edificio la latitud, que es de 161 piés, es igual á la altura del coro, la altura de las torres debia ser igual, según el plan, á la longitud de todo el templo, y la del muro delantero á la anchura de la entrada. Es curioso notar que todos esos guarismos de longitud, anchura y elevacion son divisibles por 7.
Palabra del Dia
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