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Actualizado: 9 de junio de 2025


Escuchome con la grave y simpática cortesía que le caracterizaba. Decía a menudo: «, . ¡Oh! ¡Mucho, mucho!»; pero el caballo delantero de la derecha, nombrado, si mal no recuerdo, Muslim, me hacía una competencia desastrosa. Y todo porque a menudo ponía tiesas las orejas y frotaba a su compañero con el hocico. «Quieto, Muslim, quieto. ¡Tunante!

Un vez depositado el cuerpo en la caja, el socio de Tennessee lo cubrió con una tela embreada, montó gravemente en el estrecho pescante delantero, y con los pies sobre las varas, arreó al jumento, avanzando el vehículo lentamente, con aquel paso decoroso que, aun en circunstancias menos solemnes, es habitual a tan inteligentes cuadrúpedos.

¡Gringo chapetón!... ¡Maturrango que no sabe tenerse sobre el caballo! Conservaba Ricardo en el delantero de su silla un lazo de cuerda que le había regalado Flor de Río Negro. Mientras galopaba lo desenrolló, para arrojarlo sobre ella cada vez que estaba próxima.

Entonces, el viejo fijó su atención en la hermana de Julio, que sólo tenía tres años, llevándola, como al otro, de rancho en rancho sobre el delantero de su montura. Todos llamaban Chichí á la hija de Chicha, pero el abuelo le dió el título de «peoncito», como á su hermano.

El manteo apareció por escotillón; era el de don Fermín de Pas, Magistral de aquella santa iglesia catedral y provisor del Obispo. El delantero sintió escalofríos. Pensó: «¿Vendrá a pegarnos?».

Dice que mediante la gracia de Dios desque vean tierra se sabrá quien estaba más ciertoOcho días después, llegados á la isla, se complacía con razón de la confianza que puso en los pronósticos: «Dice que aquella en navegación había sido muy cierta y que había carteado bien, aunque se hacía algo delantero.

Recordaba haber visto muchas tardes al señor Magistral subir a la torre antes o después de coro. ¿Qué iba a hacer allí aquel señor tan respetable? Esto preguntaban los ojos del delantero a los del acólito. También lo sabía Celedonio, pero callaba y sonreía complaciéndose en el pavor de su amigo. El continente altivo del monaguillo se había convertido en humilde actitud.

Los conductores saltaban de sus caballos, corrían a la pieza, la desprendían del tren delantero que se alejaba al trote, y la disponían a hacer fuego con sorprendente rapidez. Luego volvían los tiros, los conductores enganchaban las piezas, montaban con presteza y el regimiento se lanzaba a gran trote a través de los campos de maniobras.

Palabra del Dia

rigoleto

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