Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 4 de mayo de 2025


Que el saberlo el declarante es porque, habiéndose dado muchos años por pariente de dos caciques de los alzados, del otro lado del rio Bueno, nombrados, Amotipay y Necultipay, estos con gran secreto se lo contaban, y por haber Amotipay venido á verle, á su regreso le dieron veneno los indios, y que Necultipay ofreció al declarante llevarlo á la ciudad, pero que no se verificó por haber fallecido, dejándolo por heredero de sus tierras.

«...Que los porteros no dejaron entrar al embozado, que se sentó en el poyo del zaguán. Que el declarante se puso á esperarle; que á poco entró en el zaguán don Francisco de Quevedo y Villegas...» ¡Ah! dijo el duque. ¡Pecador de ! murmuró Quevedo.

Que toda esta declaracion la oyó el declarante, igualmente de otro cacique, llamado Imilguir, tambien de tierra adentro, y que no duda de su certidumbre por la ingenuidad con que le hablaban en este particular, pues diciéndoles el que declara: "esos serán los de Chiloé," respondieron: "esos están por ahí abajo, que no ignoramos nosotros para dar esta noticia": lo mismo que repite este declarante á fojas 78, contando los pasages que le ocurrieron al entrar á la laguna de Puyegué.

Que á las pocas calles encontró un alcalde rondando, y que por de prisa que llegaron al lugar de la riña, encontraron á los delincuentes huidos y al señor don Rodrigo mal herido y desmayado y abierta la ropilla como si hubiese sido robado, rodeado de los criados del señor duque de Lerma, que habían acudido con antorchas; que trasladaron al señor don Rodrigo á la casa del señor duque, y puesto en un lecho y llamado un cirujano, el alcalde tomó declaración indagatoria bajo juramento apostólico al declarante; y á los criados del duqueEsta, excelentísimo señor, es la declaración de Francisco de Juara tomada por , y á cuyo pie el declarante ha puesto una cruz por no saber firmar.

Que transcurrida bien una hora, se abrió otra vez el postigo y salió un hombre, en quien el declarante conoció, á pesar de lo obscuro de la noche, por el andar, á su señor don Rodrigo Calderón; que apenas don Rodrigo había andado algunos pasos cuando fué acometido, y que queriendo ir el declarante á socorrerle, como era de su obligación, se encontró con el otro hombre, que le esperaba daga y espada en mano, y en quien á poco tiempo conoció á don Francisco de Quevedo.

A veces, al oír el nombre de cualquier testigo, hacía un gesto, examinaba con mirada hostil al declarante y empezaba de nuevo a acariciarse el bigote. Su abogado, un joven también, bostezaba de vez en cuando, tapándose la boca con la mano, y miraba por la ventana caer, en gruesos copos, la nieve.

Que mantienen continua guerra con los de la segunda poblacion por causa de sus ganados; y que los primeros, segun lo que la madre de la declarante le tiene dicho, usan del vestuario como nosotros, y por zapatos, sumeles.

«...Que el embozado á quien el declarante vigilaba, habló con don Francisco, y que amparado por éste, dejáronle subir los porteros; que el que declara, se quedó esperando; que bien pasadas dos horas, el mismo embozado que había entrado en casa del señor duque, salió acompañado del señor Francisco Martínez Montiño, cocinero mayor de su majestad, y que entrambos rodearon la manzana, y se detuvieron junto al postigo de la casa de su excelencia, donde estuvieron hablando algún espacio, después de lo cual, el cocinero mayor partióse, y el embozado se quedó escondido en un zaguán frente al postigo de la citada casa de su excelencia.

Que siendo el don Francisco, como es notorio, muy diestro, y muy bravo, y muy valiente, y viendo el declarante que no podía socorrer á su señor, tomó el partido de ir á buscar una ronda, y huyó dando voces.

Según este declarante, el sujeto en cuestión era madrileño, muy rico, abogado por lujo, y se llamaba Ángel, Ángel Sánchez, o Pérez, o López..., un apellido así, de los más llanos y corrientes. Sabía esto porque habían venido juntos desde Madrid, por casualidad. Parecíale un joven sumamente despejado y discreto..., y no sabía otra cosa de él, ni buena ni mala.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando