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Actualizado: 19 de junio de 2025


Contaldes lo que pasa, y decid que os lo dijo Rafala, que con esto seréis creídos y amparados; y no lo echéis en burla, si no queréis que las veras os desengañen a vuestra costa: que no hay mayor engaño que venir el desengaño tarde.

Bien, bien; pues ya que soy tan feliz que logro reduciros, id y decid á mi esposa... á la reina... que yo... Voy á anunciar á su majestad, la venida de vuestra majestad.

Autores de las santas religiones, Que amastes la pobreza por extremos, Decid, ¿no es mas segura la pobreza, Pues por ella gozais de la riqueza? Cualquiera en la Asumpcion está gozoso, Con solo su comer vive contento: No andaba por la plata codicioso: Metido en su morada y aposento Labrado, muy pulido, muy costoso, Sin curar de tapiz ó paramento.

Si te burlas, no me aflijas más." "¿Cómo burlas? ¡Pesia tal! Yo no puedo dejar de dar parte a la Inquisición, porque si no, estaré descomulgado." "¿Inquisición? dijo ella; y empezó a temblar . Pues ¿yo he hecho algo contra la fe?" "Eso es lo peor decía yo ; no os burléis con los inquisidores; decid que fuistes una boba y que os desdecís, y no neguéis la blasfemia y desacato."

Céfalo, después de matar con un venablo á su querida Procris, exclama así: República celestial, Aves, peces, fieras, hombres, Montes, riscos, peñas, mar, Plantas, flores, yerbas, prados, ¡Venid todos á llorar! Coches, albardas, pollinos, Con todo vivo animal; Pavos, perdices, gallinas, Morcillas, manos, cuajar, ¡Procris murió! Decid, pues: ¡Su moño descanse en paz!

Decid que cuando el alba, que roba vuestro aroma, cantos de amor jugando os susurraba, él también murmuraba cantos de amor en su natal idioma; que cuando el sol la cumbre del Koenigsthul en la mañana dora y con su tibia lumbre anima el valle, el bosque y la espesura, saluda en ese sol, aún en su aurora, al que en su patria en su cenit fulgura.

Decid á su excelencia, vuestro amo, que soy la duquesa de Gandía. Dió otro paso atrás el maestresala. Mirad dijo Quevedo ganando aquel paso. Y mostró al maestresala el sobrescrito de la carta que le había dado la de Lemos. Acabáramos dijo el maestresala ; con haber dicho que teníais que entregar á su excelencia en propia mano... Esta carta viene sola.

Pero tened en cuenta, para perdonarme, que he pasado mi vida entre hombres y mal puedo saber cómo hablar á una mujer de suerte que ni aun ligeramente lleguen á disgustarla mis palabras. Así me gusta. Y ahora, completad vuestra retractación; decid que tenía yo razón al querer vengarme de mi ofensor. ¡Ah, eso no! contestó él gravemente.

Godfrey, sin embargo, no reparó en aquel movimiento y se dejó caer en su sillón. Juana ya estaba en la puerta con la hirviente caldera. Decid que se retire, ¿queréis? repuso Godfrey. Y cuando la puerta se volvió a cerrar, trató de hablar con más claridad.

Pero no importa; si vuestro padre tardó en ser capitán, en cambio vuestro padre no hizo, de seguro, al rey un servicio tal como el que vos le habéis hecho esta noche, porque sirviendo á la reina habéis servido al rey y á España. Decid, pues, á fray Luis de Aliaga que deseáis ser capitán de la guardia española del rey. Pero... yo no pedía tanto.

Palabra del Dia

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