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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Experimentaba una decepción en vez de una alegría, como si se desilusionara al verlo bajo aquel aspecto de visitante correcto y dueño de sí mismo. Después de algunos instantes, consagrados a la señora Aubry, Martholl pasó a saludar a María Teresa; ésta, por un esfuerzo de voluntad, recobró su calma habitual, y el apretón de manos que se dieron, fue perfectamente trivial.
Ojalá estuviera en este momento aquí. A mí misma me oirías decirle que no le he querido nunca y que le odio, porque se parece a todos y para mí sólo ha sido una decepción más... Se contuvo, siempre cerrando el paso a Raquel, que procuraba rechazarla abriendo los brazos, mientras se acentuaba el ceño de enojo en su pequeña frente. Luego, como decidiéndose, prosiguió: ¿Sabes por qué soy mala?
Además, la decepción de no encontrar á la hembra odiada había disminuido su actividad destructora. Pero la verdadera causa del relativo silencio que permitió á Robledo restablecer su influencia fué la llegada de un viejo trabajador español, retirado de las obras del canal para dedicarse á llevar á las viviendas agua del río en un carro del que tiraba un mísero caballejo.
Un estallido de alegría germánica borró los últimos murmullos de la decepción causada por Isidro. La risa fue general al ver entre los gendarmes al «doktor» el mismo del que hablaba Maltrana en Tenerife , enorme de cuerpo, grave de rostro, con sus barbas de un rojo entrecano y gruesos cristales de miope.
Sobre todo, el signo en que se conoce el espíritu de los partidos es que realizan sus propósitos cuando llegan a triunfar, aun más allá de donde estaban asegurados antes de la lucha. Cuando esto no sucede hay decepción en las palabras. Después de haber triunfado en la República Argentina el partido que se apellida católico, ¿qué ha hecho por la religión o los intereses del sacerdocio?
No lo sé. ¿No es una parienta del conde, vuestro finado padre? ¿No es vuestra prima o tía? No. ¿No ha sido mandada por alguien de vuestra familia para protegeros? No lo creo. ¿No lo creéis, no lo sabéis? murmuró Federico con decepción . ¿La presencia de esa mujer oculta acaso un secreto? Sí, sí, muchos secretos; pero no intentéis penetrarlos, tal vez de ellos dependa mi felicidad.
¡Rencor de solterona! exclamé fingiendo un escalofrío. ¡Qué cosa tan espantosa!... Esperaba yo ver en Celestina los efectos de una cruel decepción, como vajilla rota, platos echados a perder, gruñidos, empujones... Pero no, Celestina estuvo de buen humor todo el día y hasta le oí cantar a voz en cuello un cántico a la Virgen. La esperanza permanece en el fondo de su corazón, es cierto.
De pronto, al llegar al recibimiento, echó a correr hacia su cuarto, y pocos momentos después bajó al portal por la escalera de servicio, llevando una cesta cuyo contenido ocultaba cuidadosamente. A la noche, terminada la comida, el general quiso ver de nuevo el nacimiento por gozar con la alegría del niño. La decepción fue horrible.
Por lo demás, al hablaros del entusiasmo y la esperanza como de altas y fecundas virtudes, no es mi propósito enseñaros a trazar la línea infranqueable que separe el escepticismo de la fe, la decepción de la alegría.
No podía achacar este cambio de humor a una decepción sufrida por Maud. No; eso no. Lo afirmaba él, orgulloso de su poderío varonil.
Palabra del Dia
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