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Actualizado: 19 de junio de 2025
Consuela tanto verse rodeado, protegido, cuando la desgracia abate... Venga, Huberto, por mi padre, por mí, sobre todo. Lo espero... Y como el joven le besase respetuosamente la mano y se alejase sin pronunciar una palabra más, experimentó una gran decepción.
Esta mortificante decepción se le aparecía como un anillo más de la cadena de hechos dolorosos que iban sucediéndose desde su llegada a Val-Clavin. Una fresca brisa que bajaba de las alturas inclinaba muellemente los sembrados y movía con levísimo rumor las copas de los árboles.
Quédese, se lo ruego. Se sentó al lado del escritorio, y yo en la sillita baja que siempre ocupo junto al sillón de mi padre. Hoy hace un mes, sufrí una gran decepción; ya sabe usted lo que quiero decir y en qué forma brutal se hizo la luz. Hubiera sido menos cruel para mí el oír la verdad de su boca de usted. ¡Era imposible!
Si no te he visto te vería... Ea, hablemos de otra cosa pues que ésta ya está resuelta. Hablaron de otra cosa, pero la joven no podía disimular su decepción. Saltaba de un asunto a otro con nerviosa volubilidad, se placía en llevar la contraria; por último, cayó en un silencio obstinado, fingiendo hallarse absorta en la franja de la tapicería que estaba bordando.
Pero me sentía tan feliz, viéndole y habiéndole, que en aquel momento, esta pequeña decepción pasó por mi alma sin herirla. El señor de Couprat nos hizo saber que habría varios bailes en el mes de Octubre. Me alegro respondió Juno. Me enseñarás a bailar le dije saltando sobre mi silla. Pido que se me permita ser el profesor exclamó Pablo de Couprat.
Pero decidme por Dios, Eloisita, lo que tengo, pues es una obra de misericordia enseñar al que no sabe. Lo que tenéis, Arias, harto lo sabéis. ¿El qué? Una decepción murmuró Eloísa. ¿Una qué? preguntó Rafael, que no la entendió. Una decepción repitió Eloísa. ¡Ah!, ¡ya!, había entendido deserción, y mi honor militar se había horripilado.
La habló del comienzo de su amor, evocó la pasión ardiente nacida bajo los paisajes de la sierra, las grandes melancolías de la decepción, la inconsecuencia con que ella había destruido su ilusión de una dicha perfecta, y luego las dudas, la continuada angustia, y las bellas cartas de amor que más tarde se complacía ella en desmentir con una frialdad cruel, acaso por el simple deseo de hacerle mal.
No hubo un solo día que no esté señalado por alguna tentación grande o pequeña, ni un minuto al cual no corresponda un latido de mi corazón, un escalofrío, una esperanza, una decepción.
No había mas que inclinarse sobre la serpiente muerta y decirle en voz baja: «No eres víbora, que eres grillo.» Inmediatamente el veneno perdía su poder ponzoñoso dentro del cuerpo de la víctima. ¿Nada más? preguntó Morales con visible decepción . ¿Eso es todo? Eso era todo. Pero las palabras había que decirlas en guaraní.
A cada desengaño, a cada decepción, Lázaro cerraba los fatigados ojos, prefiriendo la tristeza de la sombra a los resplandores del mal, y al cerrarlos quedaba como fotografiada en su pupila la imagen de aquella niña destinada a ser juntamente el más grato ensueño y la más horrible pesadilla de su vida.
Palabra del Dia
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