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Actualizado: 21 de julio de 2025
Y una tarde que desde una ventana de su cuarto contemplaba las cumbres del Dôle, detrás de las cuales descendía radiosamente el sol, se estremeció al oír una voz que hablaba detrás de él. ¿Era una alucinación? ¿No soñaba despierto? El Príncipe Alejo Zakunine estaba en su presencia. Roberto Vérod decía la voz ¿no me reconoce usted?
13 Porque tú poseíste mis riñones; me cubriste en el vientre de mi madre. 17 Así que ¡cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán multiplicadas son sus cuentas! 18 Si los cuento, se multiplican más que la arena; despierto, y aún estoy contigo.
Tú no habrás estado nunca borracha, ya me lo figuro; pero alguna vez, el día del santo de tu tía, o de una amiga, habrás bebido una copita de licor que se te haya subido a la cabeza... No se pierden la voluntad ni el sentido, pero se exalta la imaginación, todo lo demás flaquea y desmaya; parece que los ojos no ven sino lo que quieren ver, lo que da gusto al alma, y se queda uno soñando despierto, perdido de ideas... ¡Se me ocurren unas cosas!...
Mi querido amigo, dijo el magistrado; todo eso es pura novela y no realidad. Usted sueña despierto. Eso pasará. Pero permítame usted decirle que si por una gran casualidad consiguiera reunir pruebas suficientes de lo que dice, podría jactarse de producir una sensación extraordinaria.
Escuchando atentamente, oí en el bote un rumor como el de una persona que cambiase de posición. ¿Quién era aquel hombre encargado de guardar la invención diabólica de Miguel? ¿Estaba despierto o dormido? Llevé maquinalmente la mano al puño de mi daga, y al propio tiempo noté con alegría que hacía pie.
Una idea absurda danzaba en su embotado pensamiento, manteniéndolo despierto con el cosquilleo de la tentación. «¿Qué haría esta gachí si yo me levantase, y, pasito a pasito, fuese a darle un beso en ese morrillo tan rico?...» Pero sus propósitos no pasaban de un mal pensamiento. Le inspiraba aquella mujer un respeto irresistible.
Por esta puerta no había escape, y me vestí con la resolución de un héroe; pero no me eché encima el armamento sin saber antes cómo había pasado la noche mi tío, que de seguro estaba ya despierto, si no levantado, según su costumbre de madrugar tanto como el sol mientras le quedaran fuerzas bastantes para arrojar sus huesos de la cama.
Todo se acabó, cuando abrí los ojos y advertí mi pequeñez, asociada con la magnitud de los desastres a que había asistido. Pero ¡cosa singular!, despierto, sentí también cañonazos; sentí el espantoso rumor de la refriega, y gritos que anunciaban una gran actividad en la tripulación.
Uno de esos sueños se repetía frecuentemente: estaba en su presencia, sentía el corazón palpitarle, las manos le temblaban, y no podía pronunciar una palabra, y ella, después de haber esperado en vano sus palabras, se alejaba, se desvanecía, dejándole inmóvil, petrificado. Esa angustiosa incapacidad para todo, lo dominaba aun despierto, le impedía correr a buscarla.
Lo que le ha variado algo es el color: ya no es tan blanco... Y bien mirado, mejor es así para un hombre como él, tan hecho y tan... eso es... Y vamos allá: como le vi bien despierto y de excelente condición, púsele en carrera con ánimo de que siguiera la de su padre: ya ve usted, por no dejar morir esto que ha sido la hogaza de la familia, de una familia tan dilatada como la mía; y hay que ser agradecido, don Alejandro... eso es.
Palabra del Dia
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