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Actualizado: 21 de julio de 2025
El instinto de conservación, siempre despierto, le soplaba al oído que bien podía esperarse un poco, que la tía, por ejemplo, ensayara el gran recurso que decía: reconquistado el pagaré, lo demás era cosa de poca monta; a Rocchio y comparsa se les pagaría o no, según las circunstancias, y por eso no había de dejar de ser él tan caballero y tan decente como el que más.
Pero por más que Florela fuese de despierto ingenio, y buscase, y pagase, y revolviese el mundo, pasaban y pasaban días, y no parecía Cervantes. A todo esto, las galeras que en el Guadalquivir habían estado muchos días recogiendo las compañías y gente de leva que para la gran empresa contra el turco se juntaban, habían zarpado y desaparecido.
Ni un pedazo de tabaco le dan al pobre soldao, y lo tienen, de delgao, más ligero que un guanaco. 133 Pero qué iba a hacerles yo, charabón en el desierto; más bien me daba por muerto pa no verme más fundido: y me les hacía el dormido aunque soy medio despierto. V Gringos en la frontera. La estaquiada.
Horas y horas, hasta el crepúsculo, pasaba soñando despierto, en una cumbre, oyendo las esquilas del ganado esparcido por el cueto ¿y qué soñaba? que allá, allá abajo, en el ancho mundo, muy lejos, había una ciudad inmensa, como cien veces el lugar de Tarsa, y más; aquella ciudad se llamaba Vetusta, era mucho mayor que San Gil de la Llana, la cabeza del partido, que él tampoco había visto.
Por la mañana, cuando despierto en la Sierra y oigo pregonar el botijo e leche, me siento mal; créanlo ustedes... Al llegar a Madrid, y ver la gente de capa, las mujeres con mantones, las calles mal adoquinadas, y los caballos de los coches como esqueletos, no veo la hora de volverme a marchar».
El bueno del arriero, a quien tenían despierto sus malos deseos, desde el punto que entró su coima por la puerta, la sintió; estuvo atentamente escuchando todo lo que don Quijote decía, y, celoso de que la asturiana le hubiese faltado la palabra por otro, se fue llegando más al lecho de don Quijote, y estúvose quedo hasta ver en qué paraban aquellas razones, que él no podía entender.
Y cuando me despierto, mientras me desperezo un poco y recapitulo sobre lo que he de hacer durante el día, oigo un reloj que suena las diez en el piso de al lado, y después otro en el piso de abajo, y luego otro en el piso de arriba. Y mi reloj, este reloj pequeñito que tú conoces, va marchando sobre la mesilla en un tic-tac suave. Como es ya tarde ¡las diez! , me echo de la cama y abro el balcón.
Más tarde, después de la misa, en la sala donde se cumplía la ceremonia solemne de la inauguración, Adriana no pudo poner atención a nada; oyó por intervalos el cuchicheo de las personas que tenía cerca de sí, el discurso de circunstancias que leyó una señora, en el estrado, junto al arzobispo, y todo aquello le produjo un efecto indefinible, algo así como sucede a quien despierto apenas no alcanza todavía a comunicarse con la realidad.
Después de convencerse de que no dormía, de que se hallaba verdaderamente despierto, volvió á abrir sus párpados lentamente, y se estremeció con la más grande de las sorpresas viendo que persistía el mismo espectáculo.
No he dicho yo que me desagradaran se apresuró a replicarme el médico . Lo que hay es que esas golosinas, sin desagradarme, no me satisfacían, no me llenaban, y me dejaban siempre despierto el apetito de otra cosa más del gusto de mi paladar. Y ¿cuál era esa cosa, si puede saberse? Lo de acá, la tierra nativa.
Palabra del Dia
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