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Actualizado: 23 de octubre de 2025
Este don Lope, amigo Mercado, es el más valiente hombre del mundo, capaz de dar el último maravedí, como la última estocada, si aquél le obliga u éste le ofende. Y te digo esto para que moderes esa curiosa picazón que leo en tus ojos y que quisiera penetrar e insinuarse por los poros y resquicios de este cerrado billete; bien así como si fueses pegajosa humedad que todo lo traspasa.
Las luces, las vestiduras de los sacerdotes y sobre todo el órgano tuvieron de ello la culpa. Al cabo de unos minutos de silencio dijo el paisano con voz sorda: Estaba pensando en la iglesia, señor Núñez, estaba pensando en que este asunto de la religión es cosa curiosa. ¿Le parece a usted? respondió Núñez completamente distraído. Mucho.
Es una ciudad cercada de murallas, feísima y repugnante en su parte muy antigua, pero graciosa y alegre en su parte moderna. Tiene dos bellos paseos con arboledas, uno interior y otro exterior, y algunos buenos edificios notables por su arquitectura, como el hospicio, el teatro y la casa municipal. La Plaza nueva es bonita y curiosa por su elegancia y simetría.
Sí, sí; ya lo sospechaba; hemos venido a paso de carga. ¿Dónde hay que meter la pólvora? Allá en el cobertizo, detrás de la granja. ¿Eh? ¿Es usted, Catalina? Sí, Juan Claudio; ¡qué frío hace esta mañana! Usted es siempre la misma; nunca le teme a nada. Si no fuese curiosa, ¿no dejaría de ser mujer?; tengo que meter las narices en todo.
¡Es posible! decía con los ojos fijos sobre una robusta joven que, mezclada con la curiosa muchedumbre, había abierto un momento su capa de seda negra, haciéndole un signo expresivo . ¡Blasillo, Blasillo aquí!
La felicidad sin duda le había traído una especie de inconsciencia, y más con el trajín de arreglar la casa en un par de días. Ahora le resultaba curiosa, por ejemplo, la tenacidad con que ella había rehusado el viaje de bodas a Montevideo. Comprendió que el golpe de la dicha imprevista le había desquiciado y sumergido en una suerte de sonambulismo.
El distinguido crítico y académico Emilio Faguet, consigna y es una observación curiosa que merece anotarse la escasa intervención que tiene el amor en el Teatro de Edmundo Rostand. Así es, efectivamente.
Y el manuscrito que tengo á la vista, donde consta esta curiosa noticia, añade «que don Diego estaba loco, y siempre lo fué, como se vió en muchas ocasiones, y así se dió licencia para enterrarlo en sagrado.»
La ciudad y sus curiosidades, Algunas impresiones. Después de cinco días de residencia en aquella ciudad tan curiosa como altamente histórica, era preciso partir. Es un tesoro de recuerdos y poesía para todo viajero; pero para mí era además un objeto de profundas emociones íntimas.
Llegaba, y ella venía en el acto hacia él con las manos tendidas, la sonrisa en los labios y el corazón en los ojos. Todo en ella decía: «¡Procuremos amarnos, y si podemos, amémonos!» El miedo lo embargaba. Apenas se atrevía a tocar aquellas dos manos que iban al encuentro de las suyas. Trataba de evitar aquella mirada que cariñosa y risueña, inquieta y curiosa, buscaba la suya.
Palabra del Dia
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