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Educó á Herminia con perfección pero severamente. La cuidó con el celo de un artillero por su cañón.

Entonces se le ocurrió una idea feliz: se dedicó a criar gallos de pelea. Como tenía dinero a mano, adquirió presto una regular gallera. Encargó buena parte de los gallos ingleses a Antequera, porque le informaron que allí cultivaban las sangres más finas y puras. Se adiestró en el cuido y preparación de los gallos para el combate.

Cuido de las gallinas, que son de lo más ponedoras; tengo también una pollada de patitos, que no te puedes imaginar lo que gozan cuando los llevo a una lagunita que hay inmediata a la estancia. Los días claros me entretengo en contemplar los reflejos del sol en sus plumas azules. Están lindísimos los patitos.

El extranjero aguardó un momento, pero, en aquel instante, una compañía de miqueletes avanzaba por la carretera, corriendo y haciendo disparos, y la gente del Cura se retiraba. CÓMO CUIDÓ LA SE

Moreno se cuidó de abrochar los botones de la levita de Pirovani que estaban sueltos. Luego le subió el cuello, para que no se viese el blanco de su camisa. Torrebianca examinó por su parte á Canterac. Estaba correctamente abrochado como un militar, pero su padrino le subió también el cuello de la levita.

Más tarde, fatigado y quebrantadísimo por sus trabajos, cedió al consejo y mandato de médicos y confesores, y se cuidó y no abusó.

Pues bien continuó Rafael , os diré en dos palabras que los ladrones exasperados le maltrataron y dejaron sin conocimiento, atado a un árbol, donde le halló una pobre vieja, quien hizo le llevasen a su choza y allí le cuidó como una madre durante una enfermedad que le resultó del lance.

En suma, don Jacinto se casó con la marquesita y de pobre hidalgo que era se transformó en rico señor titulado; pero en cierto modo pudo seguir llamándose pobre de espíritu, porque poseyó la riqueza como si no la poseyese; cuidó de los bienes cuantiosos de su mujer, más como celoso administrador que como propietario y dueño de ellos; y a su muerte, que no fue tardía, porque murió a los trece años después de la boda, había acrecentado de tal manera el caudal de la casa con su tino y su economía, que de la parte de gananciales que a él tocaba pudo dejar y dejó cerca de tres mil ducados de renta a cada uno de sus cuatro hijos.

Mucho cuidó a mi padre en su última enfermedad. Sintió su muerte y le lloró muy de veras; pero, en fin, ella no tiene en el día más que treinta y seis años. Parece mi hermanita mayor. A menudo me da envidia, aunque dulce y no amarga, porque la encuentro y noto que la encuentran por ahí más bonita que a . ¿Qué extraño es que mamá se haya consolado? Dios me lo perdone, si es mal pensamiento.

Entonces le llamó la atención una persona que, fija en la esquina, la miraba con tenacidad. Segura de que no era él volvió la cara, y no se cuidó más de aquella persona. Cerró el balcón, porque sentía fatiga y mucha necesidad irresistible de dormir. Fué á su cuarto, y sentada en una silla, recostó la cabeza sobre la cama.