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Actualizado: 7 de junio de 2025


Toda cuchara, al ir del plato á los labios, veía inmediatamente, en tan corto viaje, posarse sobre sus bordes algunas de estas intrusas, que se estiraban, alargando las patas y agitando las alas.

No entendemos esa razón, señor galán respondió Rincón. ¿Que no entrevan, señores murcios? respondió el otro. No somos de Teba ni de Murcia dijo Cortado ; si otra cosa quiere, dígala; si no, váyase con Dios. ¿No lo entienden? dijo el mozo . Pues yo se lo daré a entender, y a beber, con una cuchara de plata: quiero decir, señores, si son vuesas mercedes ladrones.

Y ¡orientales! replicó el aludido trazando un círculo con la cuchara para comprender á todos los comensales. ¡No valen interrupciones! ¡Pido la palabra! ¡Pido patís! añadió Isagani. ¡Que venga el lumpiâ! Todos pidieron el lumpiâ y Tadeo se sentó muy contento de haber salido del paso.

Pero ahora resulta que soy dromedario por ser sacerdote.... La verdad; eso, Belarmino, es una grosería, impropia de ti. Belarmino hizo un gesto conmiserado, resignado, como diciendo: tendré que metérselo en la boca con cuchara. Y explicó la ya conocida alegoría del dromedario y el camello, dejando boquiabierto al fraile. Concluyó Belarmino, ya en su jerga privativa.

La primera de estas obras descritas todas cuidadosamente por Aureliano de Beruete , representa una vieja puesta de perfil y cubierta en parte la cabeza por una cofia blanca, que es la nota más clara del cuadro; tiene en la mano derecha una cuchara de palo, en la izquierda un huevo: ante ella se ve una mesa con utensilios de cocina, y a su derecha un muchacho que se le acerca trayendo en la izquierda una botella y sujetando con la derecha contra el cuerpo un melón enorme.

Como el boticario sólo había visto al magullado Antoñuelo y no sabía bien lo ocurrido, hizo su composición de lugar, y fantaseó y dijo a don Andrés que entre don Paco y Antoñuelo había habido una muy reñida pelea, sin duda por los bellos ojos de Juanita; que la pelea había sido en mitad del campo, durante la noche; que don Paco había quedado ileso y que el pobre Antoñuelo estaba tal que se lo podía comer con cuchara, pero que él, con su ciencia y sus cuidados, le sanaría muy pronto.

Sin etiqueta, señores, exclamó Braulio, y se echó el primero con su propia cuchara. Sucedió á la sopa un cocido surtido de todas las sabrosas impertinencias de este engorrosísimo, aunque buen plato: cruza por aquí la carne; por allá la verdura; acá los garbanzos; allá el jamón; la gallina por derecha; por medio el tocino; por izquierda los embuchados de Extremadura.

Entre tanto, lejos de desalentarse en su empresa, cada día buscaba con mayor empeño ese instante, ese fortuito choque, y no perdía ocasión de arrimarse a los privilegiados para hombrearse con ellos y meter la cuchara en sus conversaciones.

Venga usted, señora... Hágame caso, hija mía. Al llegar á la cubierta, la fué guiando hacia sus dominios. Freya se sentó en la cocina, sin saber con certeza dónde estaba. Vió á través de sus lágrimas á este viejo obeso, de una bondad sacerdotal, yendo de un lado á otro para reunir botellas y mezclar líquidos, agitando una cuchara en un vaso con alegre retintín.

Palabra del Dia

rigoleto

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