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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Tres columnitas de marmol, la una de siete palmos de alto, la otra de ocho y la otra de nueve, todas de medio palmo de diámetro; las dos partidas en varios pedazos. Dos columnas compañeras de jaspe veteado de encarnado de cerca de vara de alto y una cuarta de diámetro cada una con su basa.
Su madre, mujer de cuarenta años, aunque las arrugas del rostro y la curva de sus espaldas la hacen representar sesenta, después de comerse media cuarta de hilo para hacerle punta y que pase por el ojo de la aguja que apenas se ve entre sus callosos dedos, pone en orden á la susceptible costurera, se acerca al muchacho, le hace girar tres veces sobre sí mismo, le estira con fuerza la levita que lleva puesta y después de contemplar un instante su obra, vuelve á sentarse, exclamando con acento de profunda convicción: Que la pinte mejor un sastre.
Salida de la Guardia del Salto: á la milla se cortó una cañadilla que se llama el Saladillo, y á 2 millas mas se pasó otra con igual nombre, y á mas desaguan en el arroyo de Rojas: á 3 y media leguas mas, se dejó á la izquierda inmediata la Laguna de la Salada, que no llega á milla de largo y la cuarta parte de ancho.
Que diga ahora les interrumpió el deán cual fue la cuarta figura que hizo. El artista alzó la frente como quien no se avergüenza y declaró así: Pinté el Trabajo: mozo, vigoroso, inteligente, fornido, con el yunque sobre un montón de libros para expresar que el estudio es la base de la fuerza, y coloqué a sus pies, esperando sus obras, la Paz y la Limosna.
Y yo digo que si Su Santidad me mandase meter una cuarta de bayoneta por el ombligo a ese condestable, tenga usted por seguro que le metía dos. No. ¿Cómo no? rugió el capellán poniéndose carmesí. Porque el condestable ha muerto hace tres siglos. Me alegro. Tres siglos hace que arde en los infiernos.
Tiene á sus riberas gran copia de maderas que arrebata el rio en sus crecientes: es este rio muy pantanoso, y con dificultad lo pasan á caballo en sus pasos. Su sonda en la entrada tiene poco mas de cuarta de agua, y esta es encarnada como sangre: dista esta junta de la antecedente 8 leguas por agua, y por tierra 5.
«Sí, esta es la tercera o cuarta cama en que duermo... De chiquita... no hago memoria... ¡Ah, sí! Mi madre era rubia, muy guapa: siempre estaba trabajando con almohadillas, encajes y alfileres...; el pelo como el oro, la voz dulce...; debió de ser muy desgraciada. ¡Por qué no habrá vivido mi madre! Luego he dormido en casa de los tíos. ¡Pobrecillos, nunca les abandonaré!
Y para certificar su identidad se quitaba la gorra, echando atrás la coleta: un mechón de a cuarta que llevaba tendido en lo alto de la cabeza. Su compañero de miseria era Chiripa, muchacho de su misma edad, pequeño de cuerpo y de ojos maliciosos, sin padre ni madre, que vagaba por Sevilla desde que tenía uso de razón y ejercía sobre Juanillo el dominio de la experiencia.
Para que los transeuntes no pudiesen registrarlo había visillos que, a más de ser de lo más ordinario y barato en el género, ofrecían la curiosa circunstancia de ser el uno demasiado largo y el otro tan corto que le faltaba cerca de una cuarta para tapar por completo el cristal de abajo.
Y el rey, su majestad, como si hubiérais hecho grandes merecimientos, como si en vez de disminuir en una cuarta parte la población del reino la hubiérais aumentado y enriquecido, os da trescientos mil ducados para vos y para vuestro hijo el duque de Uceda, y ciento cincuenta mil á vuestra hija y á su noble esposo el conde de Lemos.
Palabra del Dia
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