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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Todo entendimiento, capaz de comprenderla, aunque venga del más extraño y lejano mundo de cuantos pueblan el éter, lo reconocerá y lo proclamará como nosotros.
Estos odiosos trances por que han pasado cuantos escritores llegaron al teatro antes de haber conquistado en el libro ó en la Prensa un nombre respetable, constituyen los prolegómenos nada más que los prolegómenos de lo que propiamente podría llamarse «el dolor de estrenar»; Gólgota durísimo, Calvario de ingratitud, al que ningún autor, ni aun los privilegiados, puede estar nunca completamente seguro de haber subido.
El viejo Brull no quiso tolerar por más tiempo las calaveradas de su hijo y le hizo abandonar los estudios. No sería abogado: al fin no era necesario un título para ser personaje. Además, se sentía achacoso; le era difícil vigilar en persona los trabajos de sus huertos, y necesitaba la ayuda de aquel hijo que parecía nacido para imponer su autoridad a cuantos le rodeaban.
RUIZ. El mismo. ¡Ah! ¿Eres tú? ¿Ha llegado la gente? SOLDADO. Ya está cerca del muro, la puerta está guardada. RUIZ. ¿Cómo! ¡Alguno nos ha vendido tal vez? SOLDADO. El Rey ha salido esta noche de la ciudad. RUIZ. Algo ha sabido. SOLDADO. Sin duda. ¿Con cuántos hombres podemos contar dentro de la ciudad? RUIZ. Apenas llegan a ciento.
Al cumplir la Princesita los quince años, era, por su hermosura, entendimiento y buen trato, la admiración de cuantos la miraban y el asombro de cuantos la oían. El Rey la hizo jurar heredera del trono, y trató luego de casarla.
Y como iba tentando si era allí el mesón, adonde él rezaba cada día por la mesonera la oración de la emparedada, asió de un cuerno, y con un gran sospiro dijo: "¡O mala cosa, peor que tienes la hechura! ¡De cuántos eres deseado poner tu nombre sobre cabeza ajena y de cuán pocos tenerte ni aun oír tu nombre, por ninguna vía!" Como le oí lo que decía, dije: "Tío, ¿qué es eso que decís?"
Pero me parece que no sería dificultoso el apartarlos de ella, aunque fuera poco a poco, porque como llevo dicho son muy dóciles; y de querer juntarlos en la reducción principiada o a otra en aquellos parajes, me parece que todos los esfuerzos y gastos serían inútiles; porque, aunque la piedad del Rey les facilite algunos socorros, al instante que éstos llegasen a la reducción vendrían a ella cuantos hay en los montes, y permanecerían allí hasta que los consuman o se los escaseen, y les quisieran obligar a trabajar; lo que no sucedería si los trasladasen a otra parte.
Cuantos se hallaban presentes, incluso Materne, que había acudido a toda prisa, se estremecieron de pies a cabeza al ver la mirada que Juan Claudio dirigió al contrabandista. Este, a pesar de su audacia habitual, quedose sobrecogido y no sabía qué responder. Vamos, vamos, Juan Claudio dijo por último ; la cosa no es tan grave como dices. Todavía no hemos pegado nosotros.
Borrén le alargó la petaca, y Baltasar encendió nerviosamente un pitillo. Vamos, ¿cuántos candidatos dirá usted que hay al trono? prosiguió echando leve bocanada de humo al techo . Vaya usted contando por los dedos, si la paciencia le alcanza. Espartero... uno.
Los pretendientes cayeron sobre Cristeta como moscas sobre pastel fresco; mas por ninguna de aquellas conquistas se sintió halagada. Cuantos hombres se le acercaban traían imaginado que era cosa de llegar y besar el santo, con tal de echar antes alguna limosna en el cepillo.
Palabra del Dia
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