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Actualizado: 17 de junio de 2025
Mas de pronto, se le ocurrió que el escribirle tenía sus inconvenientes, y que en realidad era preferible una explicación verbal de la cual nadie que la conociera podía enterarse en aquellos momentos. Detúvose un momento indecisa, y bruscamente dió la vuelta y se metió de nuevo en el portal. Cruzó sin decir nada por delante de la portera y subió con pie ligero las escaleras.
Julián no se hubiera encargado jamás de tan ingrata comisión a no parecerle que iba en ello la salvación eterna de don Pedro, y también el sosiego temporal de la que él seguía llamando señorita Marcelina, contra el dictamen de las convidadas a la boda. No sin aprensión cruzó de nuevo el triste país de lobos que antecedía al valle de los Pazos.
Por toda respuesta, Coca abrazó y besó a su hermano, con sus naturales mimos y zalamerías... De pronto cruzó una idea por la cabeza de Adolfo... ¿Y tu capitán Pérez? dijo. ¿Estás segura de no haberle tenido nunca una simpatía más viva que a Vázquez? Ante tal pregunta soltó Coca la más sonora y franca de sus carcajadas...
Animadísimo lo encuentro yo. ¿Por qué dice usted eso?... Y los ojos de Baltasar buscaron los de Josefina, y una mirada se cruzó entre ambos. ¡Qué cosas tiene usted! Vaya, falta gente: usted no lo notará, pero sí falta. Yo, intervino Lola, me aburro con tanto dar y dar vueltas.... En cualquier sitio me divertiría más.
Fuí a visitarla, y habiendo cometido la indiscreción de decirle que te quería, se enfureció de tal modo, que me hizo poner en la puerta de la calle. Inés cruzó las manos, dejándolas caer luego con desaliento sobre su falda, mientras elevaba sus ojos al cielo, sin decir nada.
Entonces quiso dar la vuelta y aplicar la boca a una rendija a ver si conseguía recoger más oxígeno: no le fue posible. La idea de morir asfixiado cruzó por su cerebro: un sudor frío y copioso le bañó todo el cuerpo: la congoja se apoderó de él. En pocos segundos pensó millares de cosas aterradoras; vio la muerte cara a cara; el miedo le dejó yerto, desmayado; estuvo a punto de perder el sentido.
En cuanto abrió la puerta de la torre y se encontró en la nave Norte de la iglesia, recobró la sonrisa inmóvil, habitual expresión de su rostro, cruzó las manos sobre el vientre, inclinó hacia delante un poco con cierta languidez entre mística y romántica la bien modelada cabeza, y más que anduvo se deslizó sobre el mármol del pavimento que figuraba juego de damas, blanco y negro.
Dirigiose sobresaltado a los que dormían con intención de despertarles, pues no había tiempo que perder; pero al volverse hacia donde debía estar tendido el tío Billy, vio que éste había desaparecido. Cruzó rápidamente por su mente una idea desagradable, y una maldición salió de sus labios. Voló hacia donde habían atado a los mulos: ya no estaban allí.
Ya oscilaba la férrea culebra cuando él penetró en el departamento, cerrando la portezuela tras de sí. El compasado balance fue acelerándose, y el tren completo cruzó ante las gentes de la despedida, dejándoles en los ojos confusos torbellino de líneas, de colores, de números, la visión rápida de las cabezas asomadas a todas las ventanillas.
¡Quién lo había de creer!... Al oír esto la niña, apagóse en sus labios la sonrisa, como una luz que mata de repente una ráfaga de viento; cruzó las manos angustiada, miró a su madre con espanto y se echó a llorar a lágrima viva, con el corazón encogido... Pero ¡vaya por Dios, vida mía! exclamó Currita estupefacta . ¿A qué viene ese llanto? ¿Es que no quieres venir?
Palabra del Dia
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