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Actualizado: 17 de junio de 2025


Bien debe saber el lector de por acá, que de ninguno de estos pormenores puede prescindir un mayorazgo del corte de nuestro Seturas, si no se cruza en su vida algún incidente extraordinario, como se cruzó en la de don Silvestre años después de su advenimiento al mayorazgo.

Bajo la calma del cielo plateado, el campo emanaba tónica frescura que traía al alma pensativa, ante la certeza de otro día de seca, melancolías de mejor compensado trabajo. Milk, el padre del cachorro, cruzó a su vez el patio y se sentó al lado de aquél, con perezoso quejido de bienestar. Permanecían inmóviles, pues aún no había moscas.

Y elevando su tono la irritada voz, dijo junto a la puerta, con acento imperativo: Váyase... Voy a llamar. Sonó a lo lejos un timbre eléctrico, y él tuvo que huir, temeroso de que le sorprendiesen en su ridícula inmovilidad ante la puerta cerrada. En el pasillo se cruzó con una de las doncellas, que acudía al llamamiento disfrazada de florista tirolesa.

Al rato el grupo calló, entregado de nuevo a su defensiva cacería de moscas. No vino más dijo Isondú. Había una lagartija bajo el raigón, recordó por primera vez Prince. Una gallina, el pico abierto y las alas caídas y apartadas del cuerpo, cruzó el patio incandescente con su pesado trote de calor. Prince la siguió perezosamente con la vista, y saltó de golpe: ¡Viene otra vez! gritó.

El capitán le animó con su sonrisa al ver que vacilaba de nuevo. Le habló mal de , ¿no es cierto? , señor; muy mal, con palabras muy feas. Dijo que tenía una cuenta que arreglar con usted y que deseaba ser el primero en encontrarle. Según dió á entender, los otros submarinos también le buscan... Sin duda es una orden. Se cruzó una larga mirada entre Ferragut y su segundo.

A trechos giraba lentamente, muy distante, la azotea roja de un chalet; y su ventana, bajo el triángulo de tejas, fulguraba como una planchuela de oro. El sol se dilató; era una gran ascua redonda que perforaba la cinta de bruma azul. Un gajo de arbusto seco, sobre la llanura, cruzó por el disco como un arabesco de tinta.

Sin embargo, me pareció que no me tocaba intervenir en el asunto, cuando de repente, y con gran sorpresa mía, cruzó Flavia las manos y exclamó con agitada voz: ¿Te parece bien irritarlo así? ¿Irritarlo? ¿A quién? ¿Cómo? Haciéndolo esperar tanto. Pero, prima mía, si yo no quiero hacerlo esperar ni... ¿Es decir, que puede entrar? Sin duda, si se lo permites. Flavia me miró con curiosidad.

Soltó Roger el zurrón y empuñando su herrado garrote volvió atrás, cruzó el arroyo de un salto y se dirigió á todo correr hacia el grupo que formaban los salteadores y su víctima.

Al llegar cerca de su cuarto, sin miedo a nada ni a nadie del mundo, desasida de la tierra, elevada a todas las excelsitudes de la gloria, una sombra siniestra cruzó a su lado; la vió desvanecerse hacia el fondo oscuro del corredor. Con el corazón acelerado, entró en su aposento, y, buscando cerillas en su mesa, encendió una luz.

¿Sabes por qué he tardado tanto?... Pues por el dichoso niño, que me ha seguido hoy también. Al decir esto, se puso repentinamente seria; una arruga bien pronunciada cruzó su linda frente. ¡Es insufrible! añadió . Ya no qué hacer. A todas horas, salga por la mañana o por la tarde, traigo aquel fantasma detrás de . He tenido que refugiarme en casa de Mariana.

Palabra del Dia

rigoleto

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