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Actualizado: 29 de junio de 2025


Nunca divago, y sobre todo, sobre ese tema; porque bien de lo que trato. ¡Canarios! dijo mi tío riendo. Sin embargo, acabas de decirnos que no quieres a nadie. ¡Es cierto! repliqué rápidamente, medio turbada con mi indiscreción. Pero ¿no creéis tío, que la reflexión pueda suplir a la experiencia? ¡Cómo no! ¡Ya lo creo! sobre todo, tratándose de semejante asunto.

Me parece, señora dijo el rey , que creéis demasiado á doña Clara, que doña Clara no es tan esquiva como cuenta la fama, y que acaso don Rodrigo... ¡Oh, no; estoy segura de ella! ¿Pero creéis fácil que se corten cabellos á una mujer sin que lo sienta? ¿Os habéis olvidado de ese hermoso rizo, sujeto por hermoso lazo?

¿Y cuándo creéis que será tiempo? Cuando muera el rey. Su majestad es joven, y goza de muy buena salud. Podrá ser larga la espera, ya lo veo; pero vos me ayudaréis á esperar. Explicáos.

Pero apenas me vísteis, bajásteis los ojos como una niña que recibe la primera revelación de amor en la mirada de un hombre; os pusisteis seria y grave. ¡Ah, ah! ¿y creéis dijo con acento ardiente Dorotea , creéis que os habéis entrado en mi alma en el momento en que os he visto?

Las llevo siempre conmigo; la reina por ahora no se atreve... pero si vuestros enemigos... si fray Luis de Aliaga... Ya os he dicho que Olivares, Uceda y Zúñiga, se sienten sin fuerzas, se rinden y vienen á buscarla en ; vuestro celo, don Rodrigo, os hace muy desconfiado. ¿Qué, creéis que yo no tengo poder?

El pueblo está muerto de miseria, y yo de mucha gente que hechó la harina en los muladares para que ellos no se la llevaran. ¿No lo creéis? ¿Pues y el Sr. Salvador, que sacó al campo los doscientos pellejos de aceite y ciento de vino que tenía en su cueva, y destapándolos dejó correr aquel precioso caldo hasta que todo se lo chupó la tierra?

Porque he contraído el deber de guardar, de proteger una vida preciosa. La vida de la reina. ¡La vida de la reina! Pero don Rodrigo Calderón, está herido ó muerto... herido, ganaremos tiempo... si muerto, nos hemos salvado. Pero creéis... Don Rodrigo es capaz de todo... ¡Regicida! ¿Pues no dicen que ha dado hechizos al rey? replicó el confesor del rey.

Creed, señora dijo Juan Montiño, que vió una afirmación en la sorpresa, en el cuidado, casi en el terror de la tapada , creed, señora, que nada exponéis, nada, con quien es hijo de un hombre que ha vertido su sangre por sus reyes... y mi lealtad y mi respeto hacia vuestra majestad... ¡Pero esto es horrible! ¡me creéis la reina! Llevábais en el brazo esa joya que tiene las armas reales de España.

A poca distancia le seguían sus alguaciles, y venía detrás una silla de manos. Guárdeos Dios dijo el alcalde á Quevedo parándose delante de él , ¿me conocéis? Hace mucho tiempo, por el servidor más ciego de la justicia. ¿Creéis que un alcalde de casa y corte puede prender á toda persona viviente en los reinos de su majestad y por su real mandato?

Yo me vuelvo loco. No puedo vivir sin mi Cleopatra. Es mi mujer legítima. ¡Todo lo legítima posible! ¿Creéis que no querrá seguirme? PROSERPINA. ¡Por nada del mundo! MARCIO. ¿Qué voy a hacer entonces? Como la amo, no puedo vivir sin ella. PROSERPINA. Calmaos, Marcio. MARCIO. ¿Cuál es? PROSERPINA. Llevárosla a la fuerza. MARCIO. ¿Y creéis que así me seguirá? MARCIO. ¡Pero eso sería innoble!

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