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Actualizado: 29 de junio de 2025
Está muy afligida, ¿verdad? ¡Pobre criatura loca! Es cosa de llorar de lástima, aunque se tenga el corazón de piedra. Teme que la maltraten, ¿no es cierto? No, no; otra persona pensaría en ello; ¡pero una pobre loca! ¿Creéis que no piensa en ella? Todo lo que grita es: «Marta, Marta», y sólo la preocupa el que vos tengáis que sufrir las consecuencias de su imprudencia.
Creo que estamos en los momentos de mayor peligro, doña Clara dijo el padre Aliaga ; y os engañáis, no vacilo; soy prudente y nada más; ¿creéis que nuestros peligros puedan estar en un ropavejero y en una comedianta? Ellos pueden difamar á su majestad.
El día 16, después de haber pasado un gran miedo, gozamos lo indecible cuando les vimos llegar de la barca de Menjíbar, derrotados y con su General muerto. ¡Cómo corrían por esas calles, y qué gritos daban, y qué cosas tan atroces e indecentes echaron por aquellas bocazas! ¡Así se vengaban los muy perros! ¿Pues qué creéis?
¿El duque no os ha indicado el lugar de la prisión de Quevedo? No, señora. Ha sido un olvido. Mandad al alcalde que le envíe resguardado por una guardia de cuatro hombres al alcázar de Segovia. Su excelencia no me ha dicho eso. Mejor... mucho mejor. No comprendo á vuecencia. ¿Creéis que merece la pena el servirme á mí? ¡Oh, señora! vuecencia puede disponer de mí como de un esclavo.
Me véis repleto y obeso al parecer y por ende me creéis bien comido, cuando lo que en realidad me hincha y me mata es una hidropesía incurable. ¡Pobre hombre! murmuró Roger. ¡Mala centella me parta si vuelvo á decir palabra! exclamó el arquero arrepentido. No juréis, dijo el peregrino, y por lo que á mí toca os perdono de corazón.
Decís que os encontráis en circunstancias especiales respecto á ese joven; mostráis repugnancia en entregarle vos misma esa provisión de capitán de infantería... ¿qué media entre vos y ese caballero?... ¿creéis que yo puedo tener derecho para haceros esta pregunta? Más que derecho, tenéis un gran interés en saber á qué ateneros respecto á ese caballero.
El hombre á quien amas, me dijo anteanoche, con la mayor desvergüenza, que no se hubiera casado contigo por nada del mundo. ¿Pero quién es el hombre á quien yo amo? Yo no extraño que le ames, porque yo también le amo; es decir, le amo porque para el rey, para España, y por consecuencia para mí, sería precioso si fuese mi amigo, en vez de serlo del duque de Osuna. ¡Ah! ¡creéis que!...
Hay allí un gran respeto por la altura intelectual; la primera queja que formula un colombiano, aun en el día, contra las crueldades de la España y los horrores de la lucha de la independencia, ¿creéis que se refiere a la secular dominación colonial?
Oh, señora, no seáis inexorable conmigo! exclamó Marta trémula de emoción , me despedís de aquí. ¿Adónde iré? Tened compasión de una pobre viuda. ¿Me acusáis de deslealtad? ¿Creéis que he consentido por dinero en exponerme a vuestra justa cólera? ¡Ah! ¡si supierais que daría la mitad de mi vida por seguir a vuestro servicio!
6 Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sión la principal Piedra de la esquina, escogida, preciosa: Y el que creyere en ella, no será confundido. 7 Es pues honor a vosotros que creéis; mas para los desobedientes: La Piedra que los edificadores reprobaron, esta fue hecha la cabeza de la esquina;
Palabra del Dia
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