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Actualizado: 2 de mayo de 2025


Por fin el Galeón Amarillo llegó á las rompientes, evitó los obstáculos y en cortos momentos, dejando atrás todo peligro, surcó las tranquilas aguas del Garona. Un viernes por la mañana, el veintinueve de Diciembre, dos días antes del de San Silvestre, ancló el Galeón Amarillo frente á la noble ciudad de Burdeos.

También hacían entonces la poda, que provocaba conflictos entre los viñadores y hasta algunas veces había ocasionado muertes, por si debía hacerse con tijeras, como deseaban los amos, o con las antiguas podaderas, unos machetes cortos y pesados, como lo querían los trabajadores.

Todavía me parece que las veo: llevaban sombreros altos, grises, con velitos cortos muy ajustados al rostro, y dos largos vestidos de amazonas, sin costura, con una sola abertura que seguía la línea de la espalda... ¡y es preciso que una mujer sea verdaderamente bien formada para llevar vestidos así! Porque, mirad, señor cura, con los trajes de amazonas sin costura no hay engaño posible...

El joven que atravesó lentamente el patio y se acercó a la cancela mirándome fijamente no tenía nada de árabe, si bien se reparaba: flaco, largo, pálido, con una nariz ¡qué nariz, cielo santo! que merecía los honores de trompa, los ojos pequeños, el pelo lacio. Vestía decentemente, por lo que vine a entender que no era criado; pero traía los pantalones cinco dedos lo menos más cortos de lo justo.

Sus ojos estaban encarnados, parecían arrojar el fuego de una calentura horrible, y su pecho de gigante se alzaba y se deprimía á impulsos de una respiración poderosa, que se exhalaba por su boca entreabierta y seca, produciendo un silbido ronco y débil, á veces un ruido semejante al de un hervor fatigoso; de tiempo en tiempo, á lo largo de los cortos miembros del tío Manolillo, corría una convulsión rápida, fuerte, instantánea.

, Wittmann; los días son cortos, y los caminos, a través de los bosques, difíciles después de las seis; tengo que llegar a buena hora. Entonces, buen viaje, maestro Juan Claudio. Hullin salió y atravesó la plaza apartando la vista del convoy, que estaba aún parado a la puerta de la iglesia.

De vez en cuando, en los cortos intervalos de silencio, levantaba graciosamente la cabeza, preguntándome: ¿Va V. á gusto conmigo? ¿Le estorbo? Y cuando me oía protestar vivamente contra semejante duda, su rostro expresivo se iluminaba de alegría y continuaba hablando. Habíamos recorrido algunas calles.

Este se hallaba magullado, roto y en un estado de desfallecimiento tal, que no podía andar sino á pasos cortos y vacilando á cada momento. El militar le sostuvo con fuerza, y andando con él muy lentamente, le preguntó dónde estaba su casa para llevarle á ella.

A pasitos rápidos y cortos, inclinado el cuerpo hacia la tierra, con la cabeza baja y la conciencia temerosa del retraso, venían pegadas a las fachadas de las casas las viejecillas de zapatos de cabra y mantón negro, y adelantándose a ellas iban las muchachas devotas que, como ignorando el poder de la juventud, piden incesantemente al cielo dichas que puede darles el mundo.

La vegetación en general se resentía de la mala calidad del suelo, los herbajes eran cortos y pobres y de trecho en trecho se veían algunos viejos robles de tronco rugoso y cubierto de liquen, mostrando en parte sus ramas desnudas de todo follaje.

Palabra del Dia

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