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Me apresuré a alejarme, porque me conocía; si hubiera contestado, habría sucedido allí una desgracia. Tomando por caminos extraviados, evité el salón de baile. No me sentía con valor para afrontar las miradas de las madres. En el corredor humeaba una lámpara de cocina; y salía de allí un ruido de vajilla y risotadas de criadas... ¡Puf! Llamé a la puerta del aposento de Yolanda; nadie respondió.

Dió algunos pasos por el corredor sin ver al intruso; mas al llegar al extremo, notó aquel bulto, alzó la cabeza, y vió al joven, que se inclinaba ante él con mucho respeto. #La determinación.# ¿Qué busca usted? ¿quién es usted? ¿qué hace usted aquí? ¿No me conoce usted?

Harás lo que debes, o uno de nosotros está de sobra en el mundo. La manía de la guapeza reapareció en Luis. Se sentía fuerte pensando que el Chivo estaba cerca, que tal vez oía sus palabras en el inmediato corredor. ¿Amenazas a él? No había en todo Jerez quien se las dirigiera impunemente.

¿Y cómo creerla?... ¿Dónde están las pruebas?... ¿Quién me las dará?... El tiempo. ¿Qué haré, pues?... Esperar. ¿Y no me dará usted alguna prenda de su amor?... Judit dejó caer el ramo de flores que tenía en la mano, y mientras Arturo se inclinó para tomarlo, ella se lanzó al corredor y desapareció.

Aquí está Baldomero, don Melchor; ¿para qué me necesita? dijo tomándose en alto con ambas manos de los barrotes de la ventana que daba al corredor. ¿Ya tomó café, Baldomero? ¿De desayuno?... todavía no, don Ricardo contestó Baldomero festejando su propia ocurrencia. ¡Qué! ¿Es tan tarde?... ¡No, señor!... luego va a ser más tarde...

Desde que Jacinta apareció al extremo del corredor, Fortunata no quitó de ella sus ojos, examinándole con atención ansiosa el rostro y el andar, los modales y el vestido.

Después de recorrer dos lados del corredor principal, penetraron en una especie de túnel en que también había puertas numeradas; subieron como unos seis peldaños, precedidas siempre de la zancuda, y se encontraron en el corredor de otro patio, mucho más feo, sucio y triste que el anterior.

El crujido de un cerrojo y la soledad del corredor despertaron de pronto la cólera de Maltrana.

En ese momento llegaban al corredor, en el que, asomado por la puerta de la sala y haciendo visera con la mano, decía Ricardo: ¿Se han quedado dormidos?... No, sería ofensivo le contestó Melchor al subir al corredor, porque con mala música no se puede dormir, según la célebre anécdota. ¿Y de dónde vienen? Nos alejamos un poco para oírte mejor.

Dios se lo pagará a usted... porque verdaderamente parte el corazón ver a ese pobre hombre, en este tiempo, con unos calzones de hilo, de los que traen los soldados de Cuba... Salió Guillermina para ir al almacén de maderas de la Ronda, y Jacinta la acompañó hasta el corredor. Sentose Fortunata en el sofá, creyendo que las dos se marchaban.